Los funcionarios del área de Urbanismo de Cort se sentían presionados para aceptar los regalos que llegaban del Grupo Cursach, porque, de lo contrario, temían las posibles represalias que pudiera impulsar la importante empresa de ocio. Este sentimiento de temor lo describe con todo tipo de detalle la jefa del área de disciplina urbanística del Ayuntamiento de Palma, que ha confesado que aceptó un billete de 500 euros y diez botellas del champán Moët Chandon que le enviaron desde este grupo empresarial, regalos que posteriormente ha devuelto al juzgado durante la confesión que realizó sobre este posible cohecho.

El juez Penalva ha abierto una pieza separada sobre estos regalos que se repartían desde la empresa que dirigía Bartolomé Cursach y que se entregaban a determinados funcionarios con responsabilidad en el área urbanística de Palma. Dádivas que se repartían, por ejemplo, a los funcionarios, que de una forma u otra, intervenían en los procesos de inspección de las obras que se realizaban en los locales de ocio construidos por Cursach.

La arrepentida funcionaria de Cort detalló que la persona de enlace entre Cursach y el área de Urbanismo era un celador de obras, ya jubilado. Este antiguo trabajador de Cort era quien se interesaba por la tramitación de los expedientes del grupo y era, según las declaraciones, el que se encargaba de presionar a sus antiguos compañeros y de entregarles, en ocasiones, los regalos. En la entrega de las dádivas, en la mayoría de ocasiones, intervenía Antonio Bergas, antiguo policía local de Palma y alto ejecutivo contratado por Cursach.

La funcionaria que ha relatado este rosario de irregularidades detalló en su declaración judicial que "se vio en una situación de coacción y miedo provocado por el Grupo Cursach". Fue detallando que al principio las presiones y exigencias no eran muy directas, pero que después la situación fue cambiando. Hubo un momento en el que ella y los celadores municipales que controlan las obras "comprendimos que no ser condescendiente con Cursach, Sbert y Bergas solo nos podía traer consecuencias negativas, como querellas y presiones para que empeorara nuestra situación como funcionarios", declaró.

Si bien la funcionaria asegura que nunca manipuló, ni tampoco alteró expedientes, era cierto que desde este departamento municipal "se hacía la vista gorda en el control de las irregularidades en los locales de Cursach".

La mujer detalló que se sintió muy presionada por el celador jubilado, que le iba ofreciendo regalos desde el Grupo Cursach. Sin embargo, recordó un episodio en el que su excompañero la amenazó "diciéndome que Cursach no estaba contento porque rechazaba todos los regalos". Este mensaje fue suficiente para que aceptara, cuando antes lo había rechazado, unas botellas de Moët Chandon y un sobre con un billete de 500 euros.

La funcionaria afirmó que intentó devolverle el dinero al enlace con la empresa de ocio, pero que "de malas maneras me dijo que me lo tenía que quedar porque si no el Grupo Cursach se lo tomaría a mal y mi situación empeoraría".

Fiesta para celadores

Ante el juez Penalva, el fiscal y la Policía, la mujer detalló que en una ocasión invitaron "a todos los celadores en el restaurante Asadito" y detalló también que en el mismo local se celebró la fiesta de despedida del celador, que parece que fue financiada por Cursach.

La Policía ha aportado en la investigación la transcripción de una serie de grabaciones telefónicas, en las que se demuestra que no solo Bergas o Sbert mantienen largas conversaciones con el celador, siempre por temas urbanísticos, sino que también Bartolomé Cursach le llama en numerosas ocasiones interesándose por determinadas gestiones.

Sobre los regalos en forma de botellas de champán francés, la funcionaria detalló que los recibió en las últimas dos navidades, es decir, en plena investigación de este caso. La segunda entrega tuvo que recibirla junto a su coche, que estaba aparcado en la calle, de manos de Bergas.

No solo esta mujer recibió regalos, sino que también lo hizo el celador que estaba encargado de realizar una inspección en unas obras, supuestamente ilegales, que se realizaron en el gimnasio Megasport. El propio funcionario aseguró al juez que estuvo recibiendo presiones y que también fue recibiendo regalos.

Otra funcionario detalló que en una conversación con Sbert le propone un día para realizar una inspección de obras.