El arquitecto alemán que fue contratado por el Govern Matas para diseñar la infraestructura del Palma Arena, a cambio de unos honorarios de ocho millones de euros, no tenía ninguna experiencia en la construcción, no solo de velódromos, sino tampoco de grandes edificios.

Las críticas a la capacidad del técnico alemán para llevar a cabo esta faraónica obra impulsada por Jaume Matas las realizaron ayer varios técnicos que participaron en el proceso de construcción, durante el juicio que se celebra en la Audiencia. El ingeniero industrial contratado para el proyecto habló de planos deficientes y con carencia de datos básicos, además de señalar el retraso con el que se iban entregando dichos documentos para seguir los plazos de construcción.

El Govern Matas decidió prescindir de los servicios del técnico alemán, no tanto por las deficiencias del diseño, sino porque no estaba cumpliendo los plazos previstos y peligraba la celebración del campeonato de ciclismo. El president fue quien pidió a los hermanos García Ruiz que se hicieran cargo del proyecto. Ambos arquitectos, que tampoco tenían experiencia en la construcción de un velódromo, ya venían colaborando desde el principio con el proyecto, dado que su colega alemán no podía firmar los planos al no estar habilitado en España.

Luis García Ruiz, que declaró como testigo, explicó que la especialidad de su colega alemán era el diseño de pistas de velódromo, pero no de la construcción del edificio. El testigo detalló que fue Jaume Matas personalmente el que se puso en contacto con su despacho. En ese momento él no estaba en Mallorca, pero su hermano Jaime acudió al día siguiente para mantener una reunión con el president, que les propuso colaborar en el proyecto que encabezaba el arquitecto Schurman. Este acuerdo, inicialmente, no se tradujo en un contrato. Los hermanos García Ruiz estuvieron trabajando más de seis meses sin formalizar ningún documento, recibiendo un total de 90.000 euros, que le abonó su colega alemán.

Primeros pasos

El testigo explicó que cuando se rescindió el contrato con Schurman, la obra apenas había empezado. A partir de ese momento ellos se hicieron cargo del proyecto. Si bien no tenían experiencia en velódromos, sí la tenían en grandes obras, según relató el técnico. García Ruiz explicó que su empresa firmó un contrato con el Govern, para asumir la obra, de 8,5 millones de euros. Sin embargo, aclaró que como honorarios apenas recibieron un 3,45 por ciento, ya que el resto del dinero lo destinaron al pago del trabajo del resto de técnicos que participaron en la construcción.

El arquitecto explicó que su colega alemán, cuando dejó la obra, apenas había presentado un 8% de los planos del proyecto. Detalló que se tuvo que corregir la mayor parte de las cimentaciones del edificio y se tuvo que realizar un nuevo diseño del velódromo. El testigo incidió en que el diseño que presentó Schurman era mucho más caro que el que finalmente se llevó a cabo. Se manejó inicialmente un presupuesto de más de 100 millones de euros, pero se tuvo que desinflar la factura a través de los cambios en el diseño. Luis García Ruiz destacó las graves dificultades que tuvieron que superar para realizar dicho proyecto.