El expresident del Govern Jaume Matas, juzgado ayer en Palma por la contratación a dedo de los tres arquitectos del Palma Arena, volvió a descargar en sus subordinados, y especialmente en el exdirector general de Deportes, José Luis-Pepote Ballester, también acusado, la responsabilidad en los posibles delitos derivados de ese proyecto. Matas asumió, como en dos juicios anteriores, la dirección política de la construcción del velódromo para el Campeonato Mundial de Ciclismo en Pista de 2007, pero rechazó, con insistencia, haber materializado administrativamente el proyecto.

El también exministro, contrariado porque el actual Govern no ha querido sellar un pacto que le salvara de la cárcel por este caso (dos piezas separadas del Palma Arena por las que se le piden 4 años de prisión), se negó a responder a las preguntas de María Ángeles Berrocal, acusadora particular en nombre del actual Ejecutivo del Pacte.

En teoría el juicio que se inició ayer en la sección primera de la Audiencia de Palma, y que está previsto finalice el próximo viernes, es muy sencillo: Matas y Ballester contrataron, entre 2004 y 2005, a los arquitectos Ralf Schurmann y Luis y Jaime García Ruiz a dedo, sin concurso público y con un serio quebranto para las arcas públicas. En la práctica la vista oral será un farragoso repaso al proceso administrativo para construir el velódromo que, según la fiscal Laura Pellón, se hizo a las bravas.

"Fiscal, míreme a los ojos"

"Míreme a los ojos (señora fiscal), por favor, no sé nada de las contrataciones", exclamó el expresidente del PP, defendido por Josep Zaforteza, de Balears en un gesto teatral para reafirmar su inocencia.

Matas, al igual que en Nóos y en el juicio por los discursos de Antonio Alemany (el cuarto juicio fue por la contratación de su esposa Maite Areal por un hotelero), insistió en que tomó la "decisión política" de apoyar el Campeonato Mundial de Ciclismo en Pista porque era bueno para Mallorca, contribuía a la desestacionalización turística e iba a servir para mejorar la imagen de Palma y dotarla de una buena infraestructura deportiva (el Palma Arena).

El principal acusado explicó que Ballester le informó de que la Unión Ciclista Internacional (UCI), organizadora de la competición, únicamente homologaba los velódromos diseñados y construidos por Ralf Schurmann y que no quedó más remedio que contratar a ese especialista. Ballester corroboró esa versión y relató que el arquitecto alemán fue fichado por el Govern tras el visto bueno dado por Matas, que se reunió con el profesional en el Consolat de la Mar para que éste le expusiera su proyecto. Según Ballester (para el que se pide una multa de 1.080 euros), Schurmann cuando fue contratado no adelantó el posible coste de la obra, dado que no se disponía entonces ni tan siquiera del solar. El especialista cayó en desgracia por su lentitud y hubo de ser sustituido, también a dedo, por los García Ruiz.

Amigo de los García Ruiz

Jaume Matas añadió que tras saber que Schurmann pedía el auxilio de un despacho local, él le ofreció el encargo a los hermanos Luis y Jaime García Ruiz, "arquitectos de reconocido prestigio". Según el acusado, él era amigo de la mujer de uno de los dos hermanos, que nunca le hicieron obras particulares. Ballester, defendido por Aragón y Piña, dijo que se hizo arrepentido porque "todo recaía sobre mí, nada recaía sobre el señor Matas, todo el mundo le tenía miedo". El exmedallista olímpico se desvinculó de la contratación de los García Ruiz.