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La Reina Letizia en Mallorca: "A las niñas no les gusta la vela"

José Manuel Maza, fiscal general del Estado, ha disfrutado del mes de agosto en un discreto establecimiento de Cala Sant Vicenç, con dos escoltas y una inmersión en la cultura ancestral mallorquina

La Reina Letizia en Mallorca: "A las niñas no les gusta la vela"

Felipe VI es una persona transparente, lo cual no constituye el menor de sus problemas. Letizia Ortiz es la persona más enmarañada que ha accedido al trono, aunque haya prestado servicios al Estado como arrancar a su esposo de la radicalización política. A la Reina no le gusta Mallorca, y quién podría culparla dado el maltrato que infligimos a la isla. Sin embargo, le pierde el énfasis en exteriorizar su desagrado.

Los cortesanos que rodean a los Reyes en Mallorca les prodigan complacientes piruetas verbales. El tópico de conversación este año era la aversión de las princesas Leonor y Sofía, también conocidas como "las niñas", a la práctica de la navegación a vela. La indagación fue zanjada por la Reina en lo que constituye sin duda la frase del verano:

A las niñas no les gusta la vela.

Mensaje captado, hasta la vela le vale para desintoxicar a su prole de Mallorca. A continuación matricula a "las niñas" en bádminton, probablemente el único deporte más soporífero que la vela y demás disciplinas que se disputan sentadas, empezando por el golf. El Rey no replica, una pista sobre la jerarquía en decisiones más candentes. Y mientras decenas de restauradores mallorquines se cortarían un brazo por dar de comer al Jefe de Estado, el deseado no ha fallado este verano a su cita con las croquetas celestiales de Nitos.

Por culpa de la alergia al Mediterráneo de su madre, las niñas Leonor y Sofía rompen con la tradición de tres generaciones de Reyes navegantes por el mar mallorquín. Don Juan de Borbón llegó al extremo de vivir en su yate, Juan Carlos I consiguió que se lo pagara el Estado y Felipe VI acentúa el vínculo. Hasta el orondo Froilán se somete a la tortura de la vela, con tal de preservar la tradición. No habíamos desarrollado mi encuentro de este verano con el hijo varón de Elena de Borbón. Lo sintetizaré en un apotegma. Si este mozalbete llega a Rey, me hago catalán.

En fin, Letizia nos necesita más que nosotros a ella. Me acusan de nacionalismo, cuando afirmo que Michelle Obama se cura en Mallorca de sus crisis conyugales para contagiarse de la magia de la isla. Fíjense bien que me refiero al territorio, no a sus mallorquines. Así lo demuestra la revista ¡Hola!, al dedicar una veintena de páginas a la estancia de los Reyes en la isla. Tres de ellas están consagradas a la recepción de los Jefes de Estado y la Reina Sofía a quinientos mallorquines en la Almudaina. Con la particularidad de que la revista no menciona a uno solo del medio millar de asistentes aborígenes, otro síntoma de nuestra nula proyección estatal.

De hecho, ¡Hola! se ve obligada a publicar una imagen diminuta, en que el matrimonio de los Doctores Rotger saluda a la Familia Real en La Almudaina. Por supuesto, no se molesta en identificar a los invitados. La prestigiosa revista oficial de La Zarzuela se asombra de que Leonor y Sofía no practiquen la vela. Ahora ya dispone de la respuesta:

—A las niñas no les gusta la vela.

La defenestración de Inma Benito como presidenta de pago de los hoteleros sin hoteles invita a una mínima reflexión. Al igual que su predecesor dinástico Aurelio Hernández, a quien acompaña también en Iberostar en un ejemplo de fidelidad laboral o de carencia de opciones, la ahora caída desempeñó un papel crucial para que la Federación Hotelera dejara de estar al servicio del PP, y se reconvirtiera en un partido más radical que el PP.

La gestión de Benito no solo fue decisiva para la derrota electoral de los populares en 2015, sino para la atonía del PP en la actual legislatura. Vendía una preponderancia política de la que carecía, ni siquiera logró la secretaría de Estado de Turismo, que Rajoy otorgó a una ignota canaria. Gracias a su presidenta, los hoteleros gozan de una pésima fama social. Sin sus medios estratosféricos, las humildes kellys le han ganado a Benito la batalla de la imagen.

Mallorca ha de enfrentarse periódicamente a personajes que pretenden salvarnos de nosotros mismos. Siempre vienen de fuera, y se caracterizan por su patológica ausencia de comedimiento. Se llaman Bauzá, Air Berlin o Benito, pero son indistinguibles. No derrame lágrimas por ellos, con sus envidiables paracaídas, pero qué mal conocen la venganza reseca de sus colegas.

Con Benito, se ha instalado en la población una variante de Churchill sobre los hoteleros, "nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos". La expresidenta ni siquiera ganó la batalla del alquiler turístico, donde le asistía la razón. La buena noticia de su evacuación debe completarse con una modernización de la Federación. No es necesario que el nuevo presidente sea un hotelero del siglo XXI. Nos conformaríamos con uno del siglo XX, y uno del XIX ya supondría un avance considerable.

Recuerden dónde leyeron antes que el fiscal general del Estado es un asiduo de la Mallorca estival, por sus vínculos afectivos con la isla. José Manuel Maza ha disfrutado del mes de agosto en Cala Sant Vicenç. En régimen de pensión completa, pues se alojaba en una discreta pensión. Le acompañaban dos escoltas policiales y efectuó una inmersión en la cultura ancestral mallorquina. Aquí solo contamos la primera mitad, en su momento detallaremos el acoso sufrido por el jefe de la fiscalía.

Habría que encarcelar al primer hombre que le dijo a una mujer que estaba atractiva con plataformas. Vean La seducción, si desean entender por qué odian a Nicole Kidman en este remake de Las otras.

Reflexión dominical ecuménica: "Si no sabes ya a quién votar, no votes a quien ya sabes".

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