Un testigo protegido, un antigo camarero de la discoteca Megapark, situada en la Palya de Palma y propiedad del encarcelado empresario Bartolomé Cursach, ha confirmado hoy ante el juez Manuel Penalva y el fiscal anticorrupción Miguel Ángel Subirán, que responsables del establecimiento pagaban sobres con sobornos pagaban sobres con sobornos y tenían a sueldo a policías locales y un policía nacional para evitar inspecciones y controles.

El testigo, que ha declarado mediante vídeo conferencia, también se ha ratificado en la supuesta explotación laboral que sufría la plantilla del Megapark.

Ya en su primera declaración ante la Policía, explicó que la "protección policial" se habría traducido en que el local se vio exento de inspecciones por prolongación de horarios y excesos de aforos. Tampoco se recibieron visitas en materia de seguridad o de cumplimiento de la legislación laboral, recalca el trabajador. Entonces, el empleado también aseguró que Megapark era una mina de oro y que por día se podían hacer cajas de hasta 400.000 euros o más. La media de ingresos de cada caja era de cinco mil euros por turno, había 40 puntos de cobro oficiales y dos turnos por cada día y noche.

Fuentes del Grupo Cursach han rechazado la versión del testigo y han asegurado que el establecimiento era escenario dos veces al año de controles por la inspección de Trabajo y la Policia Nacional, visitas en las que no se detectaron irregularidades.