"Hasta ahora no ha habido islamofobia". Esta es la opinión generalizada entre los centenares de integrantes de la comunidad musulmana que se concentraron el pasado viernes en la plaza España para mostrar su repulsa contra el terrorismo tras los atentados de Barcelona que hace diez días dejaron quince muertos. "Los problemas que yo haya podido tener han sido pocos y muy puntuales", explica un chico asistente a la manifestación. Un amigo que le acompaña añade que "un problema de islamofobia era como una gota de agua en el mar". Opiniones personales que coinciden con los datos que el Observatorio Contra la Islamofobia aporta sobre Balears, una de las regiones menos afectadas por brotes de rechazo a los practicantes de la religión musulmana.

Aun así, todos coinciden en que "después de los atentados de Barcelona y Cambrils, ha habido un cambio a peor". Varios de los manifestantes que quisieron dejar patente su rechazo a la violencia desde el islamismo, aseguran que "ha aumentado la desconfianza, y con ella los insultos". Una actitud que dicen que ya se ha notado en los pocos días transcurridos desde que una furgoneta conducida por un terrorista sembró el terror en las Ramblas de Barcelona.

Uno de los jóvenes concentrados pone un ejemplo que oscila entre el humor negro y el pésimo gusto: "Mi hermana ha ido al médico esta semana y al presentarse en la consulta, incluso el propio doctor le preguntó si llevaba bombas escondidas".

Otra chica explica que de camino a la concentración, la han criticado por llevar un cartel de ´Stop racism´ en la mano.

A todo esto, la misma chica apuntó que "es por situaciones como estas por lo que lo ocurrido en Barcelona afecta a todo el mundo". "No tenemos nada que ver con esos terroristas", añade con firmeza, mientras una de sus amigas expresa que ahora mismo su máximo deseo es que todo vuelva "a la normalidad".