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Opinión

Respuesta al terrorismo

Respuesta al terrorismo

Condena general y a la vez, inquietud por nuestra indefensión ante el tipo de armas utilizadas por los terroristas.

¿Vamos a continuar, sin embargo, por la senda de lo que algunos llaman ya la israelización de Europa como respuesta a la amenaza de esos fanáticos, a quienes hasta las hienas repudiarían?

¿Se instalarán más cámaras de videovigilancia, más controles y registros en las calles y locales púbicos, más bolardos y barreras? ¿No es lo que quieren precisamente los terroristas: sembrar el miedo, generalizar el caos, provocar desconfianza?

Mantengamos, pese al dolor y la rabia, la cabeza fría. No se trata de seguir flagelándonos con la responsabilidad de Occidente, que la tiene, en la actual situación del mundo árabe. Pero habría que hacerse algunas preguntas.

Preguntas como la de qué habría ocurrido si George W.Bush no hubiera declarado, en respuesta a la enormidad del 11-S, la "guerra global" al terrorismo.

Cuando se declaró aquella guerra, los objetivos terroristas se circunscribían a un rincón del Afganistán tribal, protegidos por unos talibanes que, sin simpatizar con Osama bin Laden, le dieron hospitalidad y rechazaron los 25 millones de dólares que EE UU ofrecía por su cabeza. Tal vez, sin embargo, con más diplomacia y paciencia nos habríamos ahorrado mucho de lo sucedido.

Más tarde vinieron otras guerras, que convirtieron a Irak, Siria y Libia en Estados fallidos, hábilmente aprovechados por un Estado Islámico que detesta todo lo que significa Occidente.

Podríamos hacernos esas preguntas y otras más como el sentido que tienen las matanzas de centenares de inocentes musulmanes por los drones de Estados Unidos en sus operaciones contra los sospechosos de terrorismo.

Podríamos preguntarnos por qué no hay un rechazo mucho más contundente por parte del mundo islámico cuando se producen atentados como los de Barcelona, París, Berlín, Londres, Madrid y tantos otros lugares. Aunque atentados más sangrientos ocurren a diario en los países árabes. Pero no podemos dar marcha atrás al reloj de la historia. De poco serviría flagelarse por todo lo que se hizo mal y cuyas consecuencias sufrimos ahora.

Llegados a este punto, lo único que cabe es plantar cara a ese ciego odio terrorista sin dejar que ni el apasionamiento ni la rabia, por otro lado tan comprensibles, nos nublen la razón. Es mucho lo que está en juego - unas libertades conquistadas con esfuerzo y sacrificios de todos - para dejarnos intimidar por unos cobardes asesinos que toman el nombre de Alá en vano.

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