"Habíamos acabado de comer y estábamos paseando por la calle Portaferrisa (transversal a las Ramblas). Yo oí una especie de petardos, que resultaron ser los disparos. De repente, vimos una estampida procedente de allí y nos pusimos a correr, de forma instintiva, sin saber dónde ir, mi mujer y mis hijos, siguiendo la manada". Lo cuenta, "todavía con el temblor en el cuerpo", Toni Baos, conocido en Mallorca por ser el portavoz de Educación de Comisiones Obreras. "Lo primero que pensé es que era un atentadoatentado, aunque el terror te impide ver qué ocurre, te sientes impotente y solo haces lo que hace la gente, correr desesperado", relata.

Llegaron al Portal de l'Àngel casi sin aire. Baos se encontró un teléfono móvil y decidieron ir a la comisaría de la Policía Nacional de la Via Laietana para entregarlo y saber qué sucedía. "Nos dijeron que había habido un atropello, pero al poco tiempo vi que uno de los agentes se ponía un chaleco antibalas y salía corriendo por la puerta", tal como describe. Tenían el coche aparcado en la plaza de Catalunya, por lo que se fueron hacia allá de inmediato para salir de Barcelona. "Menos mal, ya que 15 minutos después cerraron el centro y no nos hubieran dejado salir". Se perdieron varias veces por el caos y los cortes de calles, pero finalmente lograron dirigirse hacia Vic y Ripoll, donde están alojados.

"Cuando íbamos llegando a Vic, escuchamos por la radio que la furgoneta había sido localizada allí, y en Ripoll nos enteramos de que el detenido vivía aquí". Habla diez minutos después de haber llegado y su familia no consigue quitarse el miedo del cuerpo. No pueden pensar en el resto de sus vacaciones por el Pirineo catalán y sus hijos, de 13 y 16 años, ya le han dicho: "Papá, no me atreveré a pasear por Palma".

"Terrible", "conmocionados", "impotencia", "miedo", "angustia", "golpe brutal", "impactante" son algunas palabras de mallorquines que residen en Barcelona y que ayer vivieron de cerca el atentado yihadista atentado yihadista, aunque no tanto como Toni Baos y su familia.

El centro cultural Arts Santa Mònica está en la Rambla 7 y su responsable es el mallorquín Jaume Reus, quien salió del trabajo poco antes del atentado. "Me fui a casa, que está en el Raval, y un rato después me llamó el vigilante de seguridad porque la Policía le ordenó que desalojase el centro". Calcula que había un centenar de personas y solo se quedaron los empleados de seguridad y atención al público hasta que la policía les permitió marcharse de allí, como cuenta Reus mientras escucha el sonido de las sirenas y los helicópteros sin despegarse de la televisión.

La periodista mallorquina Rosa Campomar y su pareja, de Barcelona, iban a ir a una fiesta en el Born, cerca de las Ramblas. "Hemos venido de vacaciones a ver a su familia y no podemos pensar en otra cosa que no sea el atentado. Solo se habla de eso y crees: me podría haber pasado a mí, porque ¿quién no ha estado en las Ramblas?"

De la misma profesión y también de la isla es Clara Hache, que ayer cubría la noticia en la parte del hospital. "No hay nadie en la calle y los nervios están a flor de piel. Se están viviendo momentos de mucha angustia". La escritora Roser Amills se encontraba en su casa de Gràcia cuando le llamó su padre y se lo contó. "Había más de 20 actos programados en el barrio, porque está en fiesta, y se han anulado". La voz le tiembla y habla muy deprisa. "Estamos viviendo momentos de gran nerviosismo", asevera la joven, quien detalla que solo escucha coches de policía, ambulancias y un helicóptero que sobrevuela las casas.

"Estoy muy confundida porque me llega mucha información y no sé qué es verdad", afirma la futbolista felanitxera del FC Barcelona Mariona Caldentey, que estaba en el centro deportivo cuando se produjo el atentado. "Quiero que acabe la pesadilla cuando antes", pide. Muy angustiado también se encontraba Pere Josep Cifre, un joven de sa Pobla que estaba estudiando cuando sus amigos le avisaron de lo ocurrido. "Estoy muy sorprendido. Aún no me lo creo", destaca. "Siento una gran impotencia, inseguridad y rabia", comenta entre dientes y suspira: "menos mal que me encontraba a las afueras de Barcelona".