AirBNB sigue haciendo como que las multas y la prohibición balear del alquiler en pisos no van con ellos: entre su oferta vacacional ilegal en Mallorca incluyen aún hasta la Cartoixa de Valldemossa, comercializada sin licencia en un plurifamiliar y con el nombre de Cartuja Residence, como publicó este diario hace menos de una semana.

Es solo un ejemplo simbólico y sintético: lo mismo ocurre con el resto de la oferta prohibida, que continúa siendo uno de los principales ganchos para clientes de la multinacional del turismo. En el catálogo de AirBNB hay desde caravanas desvencijadas a los áticos y pisos de mueble precocinado de multinacional sueca que se han adueñado en los últimos años de los espacios residenciales del centro, para alojar viajeros que no quieren hotel pero acaban en un apartamento disfrazado de suite. También hay barcos y furgonetas, claro, como ocurría el año pasado, que en AirBNB todo es susceptible de acoger a un viajero. Lo que no se observa en la web que se ha convertido en la mayor cadena turística del mundo gracias al impulso de su "alquiler colaborativo" es un solo número de licencia expedido por la Conselleria de Turismo, y sin esa matrícula, cada oferta puede ser sancionada con hasta 400.000 euros.