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Opinión

Agua (o no)

PCM (acrónimo que significa Programa Conjunto de Monitoreo), el organismo conjunto de la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF que se encarga de hacer un seguimiento del acceso al agua potable de la población de todo el planeta, dio en su informe de 2015 unas cifras optimistas. La situación había ido a mejor desde la que se detectó en el año 1990, con un 91% de personas que disponen ahora de agua susceptible de ser consumida frente al 76% de un cuarto de siglo atrás. Se puso entonces como meta el alcanzar el 88% de disponibilidad de agua y esa cifra se había alcanzado ya en 2010. Así que es un número relativamente bajo de mujeres, hombres y niños el que continúa careciendo de lo más básico, si bien ese fragmento menor alcanza nada menos que a 663 millones de seres humanos. Pero lo más relevante del informe del PCM es que indica que el 91% de los habitantes del mundo que dispone de agua tiene acceso a lo que se conoce como "agua mejorada".

Agua mejorada quiere decir agua que no sería potable si no se tratase. Casi toda la que se recoge aquí, en Mallorca, entra en esa consideración. Y ahí aparecen las cuestiones de matiz, tan importantes como para que el reportaje de estas páginas hable de que, aun pudiendo beberse, la práctica totalidad del agua que sale de los grifos de la isla no tiene una calidad y un sabor aceptables.

¿Sabor aceptable? ¿Nos habremos vuelto por ventura tan exquisitos que no damos gracias por tener a nuestra disposición toda el agua que queremos? Pues tampoco es así. Como cuenta hoy este diario, 14 de los 64 acuíferos de los que se abastece la isla se encuentran en mal estado, de acuerdo con la normativa de la Unión Europea acerca de la cantidad de sales admisible —nitratos, en particular— para no dañar la salud. Sin olvidar que el cloruro sódico contribuye a acentuar la sensación de desagrado.

La razón que explica por qué se ha llegado a esta situación la conocemos todos: la culpa de lo que nos sucede la tienen la sobreexplotación de los pozos, la proliferación de extracciones ilegales y, como no, la demanda creciente ligada a una sobrepoblación de la isla que se ha vuelto, en estos días que llevamos del verano, una noticia casi cotidiana. Leo aquí que el conseller Vidal aseguró hace unas semanas en el Parlament que se están llevando a cabo medidas para que todos los pueblos de la isla tengan suministro municipal de agua que, saliendo del grifo, pueda beberse. Será toda una noticia que se logre semejante objetivo, toda vez que hace años era común ver por las carreteras camiones que transportaban el agua potable, incluso a barrios de Palma —como el de la casa en la que vivía entonces mi familia en la Bonanova— sin suministro por parte de Emaya.

Por más que aparezcamos incluidos en los lugares de privilegio en cualquiera de las estadísticas que realizan los organismos internacionales, en Mallorca hace mucho tiempo que sólo beben agua del grifo quienes no pueden permitirse el consumo de la embotellada. Abundan los anuncios de artilugios destinados a depurar el líquido que sale de los grifos y los supermercados llenan almacenes enteros de decenas de marcas de agua mineral. Será que no nos consuela beber agua salobre incluso sabiendo que muchos millones de personas han tenido que esperar 25 años para poder hacerlo.

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