-Para que se haga cargo del tipo de entrevista: “¿Su brújula ha percibido la turismofobia?”

-Me parece interesante el uso del concepto. Dudar sobre lo que aporta el turismo no es una fobia. Los británicos a quienes entrevisto siempre se han sentido muy bien tratados en Mallorca.

-Hoy duermen en Mallorca tantos extranjeros como residentes.

-No es sorprendente algún tipo de preocupación, y que ahora surja el conflicto. Hay que gestionarlo de manera que no perjudique a la actividad económica

-¿Turismofobia es xenofobia?

-No. Personalmente no he vivido la xenofobia en Mallorca, pero sería diferente si fuera marroquí. Soy una persona con estudios de clase media, y me expreso bien en castellano. Otra cosa es si viniera en patera.

-¿Cuál es el error más extendido sobre los xenófobos?

-Uno de los malentendidos establece que las personas tienen esta ideología y luego se apuntan al movimiento. No es así, llegan a través de la amistad, participan en una manifestación porque ese sábado no tenían nada que hacer. Después van adoptando la ideología.

-¿Así funciona la incorporación a Isis?

-Hay varios caminos de captación, en Isis o en la ultraderecha. Tendemos a imaginar a los extremistas más diferentes de nosotros de lo que realmente son. Leen y ven los mismos medios que nosotros, solo que los interpretan y filtran de otra manera.

-Isis ha matado en Londres, capital de la integración.

-No es la primera vez, ya ocurrió en 2005. Londres es una ciudad enorme, con su propia energía irrefrenable, con la voluntad de seguir adelante.

-¿Qué es la Liga de Defensa de los Ingleses?

-Un movimiento social en contra de los musulmanes. A menudo son violentos, entroncan con la cultura del hooliganismo del Reino Unido. Muchos se definen como hooligans jubilados.

-Vivió usted casi dos años con ellos.

-No era un infiltrado secreto, les expliqué que era un sociólogo y quería saber por qué se mantenían más tiempo de lo previsible. Participé como observador en reuniones, manifestaciones y distribución de folletos. Fui testigo de la violencia contra dos chicos musulmanes.

-¿Le agredieron alguna vez?

-Jamás, aunque uno me dijo un día que “pensaba que eras un infiltrado de la izquierda, y te iba a apuñalar cuando me informaron”. El peligro era quedarse en medio cuando chocaban con una manifestación antifascista.

-¿Tuvo que raparse la cabeza?

-No, y tampoco emplean la simbología nazi. Fui a manifestaciones donde había estrellas de David, la bandera arcoiris LGBT y cabezas rapadas.

-Parece mentira que compartan un objetivo.

-Los movimientos modernos contra las minorías muestran una mezcla sorprendente. Son más difíciles de encuadrar, como la alt-right estadounidense, por eso intento evitar los términos de izquierda y derecha.

-¿Vaciló en algún momento en sus convicciones?

-Se puede llegar a empatizar con ellos. No a simpatizar, pero sí a entender la lógica y el raciocinio que les lleva allí. Han cogido un camino equivocado, pero querían hacer cosas positivas por su comunidad. Dan voz a sus frustraciones, se quejan de que “los políticos no escuchan”. Era además 2009, después de la gran crisis.

-¿Por qué le gusta bailar?

-Me encanta bailar salsa cubana. Es como meditar, y sin el ronroneo de la cabeza te centras en el momento. Conocí a mi pareja española bailando, ella es terapeuta de música y danza.

-¿El ‘brexit’ se veía venir?

-En cuanto se produce, siempre hay algún listillo que lo había previsto. No me sorprendió porque trabajé en pueblos pobres, con mucha frustración y rencor hacia los inmigrantes. Eso sí, los ingleses a quienes entrevisto en Mallorca no podían imaginar el brexit.

-Con el ‘brexit’, pasa usted a ser un extranjero en Mallorca.

-De repente, mi nacionalidad tiene un peso. Los ingleses a quienes entrevisto se sentían parte de una comunidad, y su gran problema es ahora la incertidumbre. Sumada a la frustración por la falta de un pronunciamiento de nuestro Gobierno.

-¿Trump ha comprendido la fuerza de la xenofobia?

-Me asusta Trump. Si entiende la fuerza que ha desencadenado, es preocupante por el nivel de manipulación que ha alcanzado. Si lo hace inconscientemente, es peor. Las identidades excluyentes cristalizan cuando se antepone a América, al Reino Unido o a Mallorca.

-¿El fascismo se cura?

-Se puede dejar de odiar a las minorías, pero es importante no colocarse siempre del lado de los buenos. Y lo digo también por mí. Hay que mirarse en el espejo, y preguntarse si somos tan tolerantes y tan abiertos.