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Lletra menuda

Lletra menuda: El turismo es mal blanqueador, por Llorenç Riera

A la vaca obesa del turismo mallorquín no le podían faltar las moscas y demás parásitos del dinero fácil, negro y volátil. Son los desaprensivos y embaucadores de la usura y el fraude en forma de inversión insostenible y huida sigilosa con patente de exceso de confianza adquirida. Grandes carteristas de guante blanco que saben dónde meter mano en busca de dinero opaco para el fisco.

Se ha detectado una alta concentración de 'chiringuitos financieros' en Mallorca. Sus gestores visten de forma impecable, tienen labia y pululan por campos de golf y establecimientos turísticos de lujo. Van a la caza de profesionales liberales y particulares con alta capacidad de ahorro proclives a la avaricia. Prometen el oro y el moro, duros a cuatro pesetas, se sirven de la consabida estructura piramidal y después, cuando menos te lo esperas, desaparecen.

El fraude no se denuncia porque la procedencia del dinero invertido es generalmente inconfesable, no supone un quebranto especial para el afectado, dado que los ricos lloran de forma distinta a la del resto de los mortales y porque a nadie le gusta pasar por tonto. La Comisión Nacional del Mercado de Valores -esa misma que sabe de patinazos a cuenta de la reestructuración bancaria- recomienda no fiarse de quien no puede acreditar autorización, de emails insistentes y de rentabilidades veloces, sin olvidar que la pirámide es una estructura financiera de derrumbe seguro.

Con todo ello se llega a la conclusión de que el turismo en masa no sirve de camuflaje asegurado para blanquear dinero negro pero sí ejerce un contundente efecto llamada de defraudadores de traje y corbata y visitantes de larga estancia o segunda residencia amigos de la avaricia. La "reconversión del destino" deberá tenerlo en cuenta si quiere abordar todos los aspectos necesarios para pulir la industria del ocio.

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