"En las pruebas de Iberia no solo me pedían pruebas de embarazo; incluso me preguntaron la fecha de mi última regla". La autora de esta frase es Bärbel Espín, una menorquina de 28 años que le ha ganado la batalla a una gran compañía aérea al conseguir con su denuncia ante la Inspección de Trabajo que esta empresa sea sancionada con 25.000 euros por discriminación a las mujeres en la selección de personal y que se retire de las pruebas de acceso ese test de embarazo.

"La multa que han puesto me parece baja, pero la humillación a Iberia es impagablela humillación a Iberia es impagable", añade, al tiempo que asegura que todo el proceso de reclamaciones por el que ha pasado "finalmente ha valido la pena y me doy por satisfecha". ¿De dónde ha sacado el ánimo para mantener esa batalla con un gigante de la aeronáutica? "Tengo una carrera y dos másters, y no puedo consentir que mis opciones de encontrar un empleo dependan de si estoy o no embarazada", destaca. Y añade: "Soy de una generación que lo ha pasado muy mal para tener un futuro laboral y que ha pagado los platos rotos de lo que otros han hecho en el pasado".

Como anécdota, señala que se enteró de, donde se publicó en primicia la sanción impuesta por Trabajo a la compañía aérea.

La historia de Bärbel Espín nace de los problemas de una chica joven que intenta acceder a un empleo tras acabar su carrera de Psicología y a la que la falta de oportunidades le hacen viajar a Londrés para buscar un futuro laboral. "Con el tiempo decidí volver a Menorca porque allí no me sentía en mi casa", y comenzó a buscar trabajo en la isla. Una de las opciones con las que se encontró en 2016 fue la de aspirar a un empleo en Iberia, en concreto para el cargo de administrativa de tierra, con el fin de acceder a un salario y a la espera de que saliera algo mejor.

Pruebas para Iberia

Tras superar un primer cuestionario on line, se presentó a una entrevista personal que organizaba una empresa de trabajo personal en el aeropuerto menorquín y luego se le pidió que fuera a un centro a realizarse unas pruebas médicas, donde coincidió con otros aspirantes. Allí se le preguntó, entre otras cosas, por la fecha de su última menstruación, lamenta. Y además se le entregó un papel en el que debía autorizar que se le realizara pruebas para determinar si consumía sustancias tóxicas y si estaba embarazada. En la casilla correspondiente aceptó las primeras, pero rechazó las segundas.

"Al ver lo que había puesto, me advirtieron de que si no aceptaba las pruebas de embarazo quedaría fuera del proceso de selección, y reconozco que al principio dudé", apunta, alegando que quería acceder a un salario para no depender de la ayuda de sus padres. Pero cuando vio que un médico tachaba con típex su negativa a aceptar esta analítica, decidió que no iba a dar un paso atrás. Y con el respaldo de sus padres ("ha sido un trabajo en equipo, y sin ellos no lo habría conseguido") acudió en busca de ayuda.

En primer lugar, recurrió a la Inspección de Trabajo, "donde fueron muy amables", para a continuación acudir al Institut Balear de la Dona, donde también recibió un trato excelente. El tercer paso fue llamar por teléfono al sindicato UGT, "donde no les importó lo más mínimo mi denuncia, por eso me indigna que ahora digan que la labor de la Inspección ha sido insuficiente". Por ultimo, recurrió a un juzgado de Maó para emprender un procedimiento civil, cuya vista se celebró el pasado 14 de febrero y que ahora está pendiente de sentencia. Y estos cuatro pasos en un solo día. "Reconozco que soy de las que hacen las cosas en caliente", afirma.

Además, no se dio por vencida. "Acudí a la segunda fase del proceso de selección para ver si me dejaban continuar, pero allí me comunicaron que había quedado excluida por no haber aceptado someterme a las pruebas de embarazo", apunta.

Agradecimiento al inspector

A partir de ahí, mantuvo contactos con el inspector de trabajo encargado de su caso. "No me acuerdo de su nombre, pero siempre le estaré agradecida por cómo me trato. Espero que lea mis declaraciones para que sepa lo mucho que aprecio la forma en que se comportó conmigo". También siguió recibiendo llamadas del Institut Balear de la Dona para interesarse por su situación, y mantuvo encuentros con su abogada para mantener la demanda civil interpuesta. No hubo más noticias del sindicato.

Pero consciente de que las oportunidades laborales en Menorca son escasas, optó por trasladarse a Mallorca, y ahora vive en Palma con su pareja ("un inglés", señala) y cuenta con un empleo.

¿Se ha sentido en ocasiones sola en su reivindicación ante Iberia? Contesta con un sí tajante. Porque pese al apoyo de sus padres, de su pareja y de otras personas, "incluso amigos míos me preguntaban por qué no acepte pasar por esas pruebas si no estaba embarazada, sin entender que era una cuestión de dignidad".

Futuro laboral

La postura que Bärbel Espín defiende es bien simple: el futuro laboral de una generación de mujeres jóvenes y muy bien preparadas no puede depender de si están embarazadas o no.

Incluso se pregunta qué pasaría en el caso de una chica que, estando embarazada, haya decidido abortar pero se vea sometida a esos análisis antes de poder hacerlo. Sea cual sea la situación de la aspirante a acceder a un empleo, considera inaceptable que se la apliquen este tipo de procesos.

Además, recuerda que el puesto al que ella se presentaba era el de administrativa de tierra y no para auxiliar de vuelo, lo que hace que algunos argumentos, como el que se vela por la salud de la aspirante, resulten aun más endebles, subraya.

Hay un punto sobre el que hace especial hincapié: "Yo no voy detrás de sacarle dinero a Iberia. Lo único que busco es que se supriman las pruebas de embarazo en los procesos de selección de personal, y que la compañía aérea me pague los gastos judiciales que he tenido que afrontar". La primera pretensión ya la ha conseguido.

Otra anécdota: está pasando unos días de vacaciones en Menorca y para volver a Palma va a tener que recurrir a un vuelo de Iberia "porque no tengo otras opciones".