Están mejor que nunca. Ahítos. Con la caja llena y con el orgullo de saber que han acertado con la fórmula del éxito, esa que les permite cobrar más que nunca y seguir vendiendo: los hoteleros de las islas documentan que lograron durante los primeros cuatro meses del año aumentos de rentabilidad superiores al 15%. Y lo mejor para ellos es que la tendencia a la expansión de los beneficios se mantiene durante este verano, en el que además logran cuadrar el círculo para hacer realidad una vieja aspiración: ganar más euros con menos clientes. Porque tienen menos clientes: según ha explicado hoy la presidenta ejecutiva de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), Inma Benito, la ocupación de los establecimientos hoteleros este verano está ligeramente por debajo de la de la temporada pasada, hecho que contrasta, dice, con el crecimiento de la oferta ilegal que realmente masifica la isla, la ligada al alquiler de pisos a turistas, la que convierte Mallorca "en un parque temático" desnaturalizado y abarrotado.

O así lo ven los hoteleros, que recalcan que el alquiler ilegal y la masificación perjudica más a la sociedad de la isla que al negocio hotelero. De hecho, aunque su clientela ha bajado ligeramente, los hoteles de Mallorca siguen cerca del lleno, por encima del 80% en cualquier caso, pero sin alcanzar siempre al 90% de media del verano pasado. Todo porque están pidiendo las tarifas más caras del Mediterráneo, que no les impiden tener mejores ocupaciones que los destinos competidores.

"Es el modelo que defendemos, es un modelo de éxito", insiste Benito, que confirma que esa conjunción económica de más beneficio y menos clientes certifica dos realidades de la Mallorca de hoy. Primera: aquello por lo que suspiran desde los ecologistas, a los sindicatos, pasando por los propios hoteleros, el sueño de que la economía de la isla crezca en euros mientras se quita de encima presión humana, ese planteamiento que parecía una quimera, es posible. Y segundo: si los hoteles están registrando este año menos clientes en una isla que sigue batiendo récords de llegada de turistas, los viajeros se están quedando en otros lugares.

Masificación ilegal

¿Dónde? ¿En qué camas duermen esas decenas de miles de turistas más que agravan la masificación ya habitual de julio y agosto? La propia presidenta de la patronal hotelera tiene un dato elocuente: en temporada baja Mallorca ganó 164.000 clientes extra, un éxito desestacionalizador que tuvo que ver sobre todo con el alquiler vacacional ilegal, que copó 104.000 de esos 164.000 turistas adicionales y está absorbiendo "dos terceras partes" de los clientes extra que masifican la isla. O esa es la hipótesis hotelera, que se asienta en los datos de invierno y el abarrote que ya se percibe en verano, para desembocar en la concluisón de que es el alojamiento ilegal el que está llevando a las islas al límite de su capacidad social y ambiental.

"Con este modelo que fomenta la especulación inmobiliaria se está impidiendo el acceso a la vivienda de los jóvenes y, en general, de los residentes, mientras los pueblos y barrios pierden su identidad para dedicarse al turismo masivo y convertimos todo en en un parque temático, al servicio de los beneficios de las grandes empresas que controlan el alquiler turístico ilegal". La frase podrían firmarla los ecologistas del GOB, los activistas de Terraferida o incluso los vecinos de Ciutat per a qui l'habita, pero la pronuncia Inma Benito, presidenta de la patronal hotelera e insistente defensora de que el futuro de la isla pasa por insistir en el modelo que está permitiendo a los hoteleros ganar más dinero y crear más empleo con menos clientes: "Hay que apostar por calidad. Se quiere hacer una liberalización absoluta del sector [en referencia a la reforma de la ley turística que abre la puerta al alquiler ahora ilegal en pisos de edificios plurifamiliares] pero no se está teniendo en cuenta que eso puede suponer un freno en la inversión en calidad que venimos haciendo", argumenta la presidenta hotelera, que se acuerda así de los más de mil millones de euros que los hoteleros de la isla han invertido en los últimos cinco años para subir de categoría sus hoteles (a cambio, por cierto, de ganar plantas y espacios para acoger clientes).

Faltan inspectores de Turismo

En opinión de Inma Benito y el colectivo hotelero al que representa (que gestiona casi 800 establecimientos solo en Mallorca), el camino debe pasar por perseverar en las subidas de categoría y calidad, que exigen más y mejores plantillas y permiten cobrar más precios. Y al tiempo, dicen, es necesario devolver a la vivienda la naturaleza residencial con la que fue construida y endurecer la inspección de la Conselleria de Turismo. "No hay relación de progresividad entre el aumento de plazas ilegales de los últimos años y la capacidad de inspección", subraya la presidenta patronal, que sabe que el Govern dispone de los mismos quince inspectores turísticos que hace diez años, solo que ahora hay más de 120.000 camas más de alquiler turístico ilegal y se ha disparado la entrada de viajeros.

Para dejar de recorrer esta ruta por el exceso, la presidenta hotelera proclama el deseo de los empresarios del sector de seguir invirtiendo y de cooperar con la administración en la búsqueda de soluciones que fomenten la calidad de la oferta y del empleo, reduzcan el turismo de borrachera y fomentes modelos turísticos basado en la oferta de experiencias y el respeto del entorno. ¿Utópico? ¿Oportunismo contra el alquiler ilegal? "Los hoteles lo están haciendo. Se ha reducido en los últimos años el todo incluido baja porque precisamente la inversión realizada nos ha permitido vender otro tipo de experiencias, más ligadas a uso sostenible a recursos naturales", ejemplifica la presidenta hotelera, que contrapone este modelo con el de la oferta turística ilegal, para la que pide menos tolerancia desde el Govern.

"En la reforma [del alquiler que se aprobará este mes] se da pie al uso turístico masivo de espacios residenciales. No se plantea siquiera un tiempo mínimo para alquilar la vivienda propia a turistas, como sí se hace en otros lugares, ni se plantean soluciones para controlar de forma rigurosa el alquiler ilegal de edificios de viviendas plurifamiliares, cuyo arrendamiento a turistas ya está prohibido por ley. La reforma le da al uso residencial de la vivienda un papel residual, cuando debería ser predominante. Se le da por ejemplo al alquiler turístico privilegios fiscales y menos exigencias de calidad que las que tenemos los hoteles. Incluso se permite que viviendas construidas con infracciones urbanísticas se dediquen al alojamiento turístico de forma legal. Y luego las multas que se plantean son irrisorias en comparación con los beneficios de las grandes empresas del alquiler turístico", reflexiona Inma Benito, que en su análisis pasa por alto que la nueva ley eleva las sanciones a entre 20.000 y 40.000 el euroseleva las sanciones a entre 20.000 y 40.000 el euros, cinco veces más de lo actual, o que el texto endurece tanto los requisitos de calidad para alquilar a turistas que la patronal de los propietarios de pisos de arrendamiento legal e ilegal, APTUR, asegura que casi nadie podrá entrar en la legalidad con tanta exigencia.

Suben la rentabilidad, ¿y los salarios?

Pese a todo, Benito insiste en una idea: el negocio hotelero sigue elevando rentabilidad, y el horizonte a corto plazo es inmejorable. Otra cosa es lo que está por venir en 2018, dice, cuando habla de "incertidumbres" sobre el sector, unas dudas tras años de beneficios hoteleros que coinciden justo con la negociación de un nuevo convenio colectivo. El actual caduca justo en ese 2018 de "incertidumbres hoteleras", que llegan solo ahora, después de cuatro años de contención salarial en los que la rentabilidad hotelera se ha disparado más de un 60%, sobre todo en los empresarios que han hecho reformas para elevar la categoría y el tamaño de sus negocios. Mientras tanto los salarios siguen estancados en una isla en la que en cinco años de recuperación de duplicó el número de ricos mientras se disparaba el de trabajadores que salen adelante con menos de 500 euros al mes: el modelo de éxito hotelero, al menos por ahora, no es de éxito compartido.