La mortandad de almendros avanza en Mallorca con la propagación de la Xylella. A falta de confirmarse la relación entre la elevada pérdida de este árbol y la bacteria detectada en las islas, las hectáreas de campos de almendros muertos o con los síntomas de la plaga se multiplican y extienden de municipio en municipio. En contra de lo dicho hasta la fecha, los payeses observan cómo se echan a perder cultivos cuidados e incluso árboles jóvenes. La anormal muerte y la coincidencia de los síntomas elevan las sospechas de que detrás esté la Xylella.

Diario de Mallorca ha visitado esta semana los principales puntos de la devastación de almendros y los focos más recientes de la sintomatología que desemboca en la desaparición del cultivo. Son Carrió, Manacor, Santa Margalida, Sa Pobla, Inca o Sineu son las localizaciones de fincas en los que se ha comprobado el estado de estos cultivos. No obstante, un simple vistazo desde la carretera de Inca a su paso por Santa María, Consell o Binissalem demuestra que la muerte de los almendros y sus síntomas previos están estendidos por toda la isla, como lo confirman expertos y payeses. Los agricultores de las zonas, en muchos casos octogenarios, no quieren hablar públicamente, pero relatan su testimonio entre la impotencia y la desesperación.

La muerte de almendros, que empezó ciñéndose a la zona del Llevant, alcanza ya la práctica totalidad de Mallorca. "El mal" -que así es como llaman los payeses al fenómeno- se inició en Son Carrió, en el municipio de Sant Llorenç, y avanza por toda la isla.

Hacia el norte, los cultivos de este árbol muestran gradualmente los síntomas de la desecación hasta sa Pobla. Y hacia el oeste, sólo el área metropolitana de Palma para el avance de la estampa de almendros muertos o, en el mejor de los casos, con las hojas tomando una coloración amarilla desde la punta. En la última década se baraja la pérdida de entre 12.000 y 15.000 hectáreas de este cultivo del campo mallorquín.

Si las primeras hipótesis era que afectaba principalmente a campos abandonados o mal cuidados, los payeses observan como a día de hoy se pierden campos cuidados e incluso ejemplares muy jóvenes del árbol. Lejos de afectar sólo a los almendros centenarios, caen cultivos de menos de 25 años e incluso árboles que no alcanzan los cinco años ya muestran los primeros síntomas de la desecación. Solo algunas variedades así como los cultivos en regadío se resisten a la aparición de los síntomas y a su desecación.

El paisaje en zonas como Son Carrió o Santa Margalida es desolador. Los efectos y el avance de los síntomas en las fincas desalienta a payeses y propietarios que optan por abandonar sus cultivos ante el inútil esfuerzo de repoblarlos y los altos costes de hacerlo.

Los síntomas llevan ya años repitiéndose y quedan de relieve en estas fechas, al inicio del verano. Las hojas empiezan a tomar un color amarillento en la punta, que se va extendiendo con el tiempo. Posteriormente, todas los hojas lucen con un color marrón que indica la desecación; y finalmente, tras dejar de producir almendras, el árbol muere sin ningún remedio. Con los primeros síntomas se encuentran cultivos muy jóvenes en fincas de Sineu y de Inca.

Uno de cada tres casos de Xylella

Aunque el Govern ha apuntado durante estos años al hongo de la madera como causa, la detección de la Xylella, que afecta a árboles como el almendro y que presenta los mismos síntomas, eleva las sospechas entre los payeses de que la bacteria esté detrás.

En la actualidad, el Govern tiene detectados hasta 253 casos de Xylella en las islas,73 de los cuales -casi un tercio- son almendros. En Mallorca, el 46 por ciento de los ejemplares analizados con síntomas, dio positivo. Además, la detección de la bacteria en la península, en el municipio alicantino de Guadalest, ha confirmado también la presencia de Xylella en 12 de 17 almendros analizados.

El investigador Eduardo Moralejo, el primero en alertar de la posibilidad de Xylella en Mallorca ante la muerte de almendros en Son Carrió, sostiene que la bacteria está detrás de esta mortandad. Que los primeros casos de la bacteria se detectaran a menos de dos kilómetros del primer foco, la rápida propagación del mal y la coincidencia de síntomas, son las evidencias con las que mantiene su hipótesis. Según Moralejo, el hongo, que se pensaba causa de la muerte de los almendros es solo la expresión de un complejo originado por la bacteria. El investigador sostiene que se trata del Almond Leaf Sorch Disease vinculado a la Xylella en los almendros de California, en Estados Unidos.

Precisamente, Moralejo explica que "lo rápido que ha empezado el calor este verano ha hecho que se vean los síntomas enseguida" y que, las abundantes lluvias recientemente, descartan la sequía: "Antes se confundía con la sequía, pero hace 15 días llovieron 50 litros en el Raiguer", observa.

Moralejo destaca que desde que aparecen los primeros síntomas hasta que el árbol perece pasan cuatro años. "En 2012 veíamos como el árbol tenía las hojas amarillas y al siguiente ya empieza la desecación que ligamos al hongo. En dos más, muere", relata la evolución el investigador.

Los técnicos del Govern evitan confirmar esta relación e insisten en el hongo como causante. En foros científicos han llegado a tildar de "obsesión" la relación entre la plaga y la muerte de almendros.

Apuesta por el regadío

En la cooperativa Camp Mallorquí, dedicada principalmente a la almendra, la sospecha no se disipa. "Sabíamos que se morían por algo y sospechamos que era Xylella, pero no tenemos esa certeza", confiesa su gerente, Gonzalo Rodríguez, que apuesta por el cultivo en regadío y por averiguar cuáles son las variedades más resistentes como única salida. "Continuamos viendo como el mal avanza pero no llegaremos a pararlo. Personalmente pienso que es Xylella, pero lo único que sabemos seguro que está es el hongo", resume.

Sea Xylella o sea el hongo, el avance de la muerte del árbol parece imparable y la primera consecuencia es el abandono de fincas y el cambio paisajístico. La única apuesta para salvar la producción de almendros dista de la estampa del clásico cultivo de secano y pasa ahora por las plantaciones intensivas en regadío.

Son Carrió La zona inicial de la mortandad, cerca de la devastación

El núcleo de Son Carrió, en el municipio de Sant Llorenç, es la zona inicial de la mortandad de almendros en Mallorca. El primer aviso del mal tuvo lugar en 2002 en una finca de la zona conocida como sa Fàbrica, por su cercanía a un yacimiento de grava. Ahí se mantuvo unos años, hasta que pasó a otras fincas del lugar. Hoy, a la entrada del núcleo por carretera, extensas fincas lucen con sólo los restos de las cepas de los almendros que hubo.

Santa Margalida Los árboles más viejos ya han sucumbido

En el municipio de Santa Margalida, en la zona de sa Teulada, donde se extienden cientos de hectáreas de campos de almendros, los árboles muestran desde los primeros síntomas del mal, con las ojas amarillentas, hasta sus últimos efectos, con su muerte. Los árboles más viejos, centenarios, ya han sucumbido, pero también los cultivos jóvenes se muestran afectados.

Sineu Cultivos jóvenes presentan síntomas avanzados

La carretera que conecta Inca con Sineu y que atraviesa este último municipio hasta Ariany, muestra uno de los paisajes donde la afectación de los almendros es más visible. En las fincas colindantes todavía no se ve la estampa de devastación que se puede observar en el Llevant o en algunas zonas de Santa Margalida, pero cultivos, incluso muy jóvenes, presentan la sintomatología que acaba en su desecación, con las hojas con manchas amarillas desde la punta.

Son Carrió En la finca investigada en 2008 no quedan almendros vivos

La finca investigada en 2008 por los técnicos del Govern, y donde el investigador del IMEDEA Eduardo Moralejo dio en 2010 el primer aviso sobre la posibilidad de Xylella en Mallorca, no tiene a día de hoy almendros. La elevada mortandad de árboles en esta finca, visible desde la Vía Verda que conecta Manacor con Artà, captó la atención y centró los esfuerzos de los investigadores. A día de hoy sólo quedan los almendros muertos y algarrobos plantados en su lugar.