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Opinión

Gijón está en fase terminal

De qué más cosas habrá que acusar al incombustible Álvaro Gijón Carrasco para que se decida a dimitir de sus cargos, a los que se aferra...

Gijón está en fase terminal

De qué más cosas habrá que acusar al incombustible Álvaro Gijón Carrasco para que se decida a dimitir de sus cargos, a los que se aferra, especialmente al escaño del Parlament, como salvavidas ante el tsunami de imputaciones contra él.

Gijón habría sido detenido ayer junto a sus familiares de no tener el blindaje de aforado, que deja en manos del TSJB su arresto e imputación formal. Probablemente el político conservador, que fue edil de Cort en 2003 con apenas 30 años, ya habría pisado los calabozos de la Jefatura Superior de Policía antes por los casos Cursach, ORA o Policía Local, de no disfrutar del fuero de parlamentario.

Gijón está en fase terminal y su empecinamiento en no dimitir daña al PP y ensucia la democracia. Cierto es que le ampara la presunción de inocencia, pero también es verdad que las sospechas sobre él son tan graves que resulta indecoroso compaginarlas con cargos públicos.

Las sombras de corrupción no se ciernen solo sobre el exteniente de alcalde de Cort de Turismo y Coordinación Municipal, sino que afectan a su ent0rno familiar y a su círculo de amistades y colaboradores.

El político conservador se ha pasado media vida en el Ayuntamiento de Palma, donde empezó a trabajar en 2001 y ayer seguía como concejal. ¿Cuántas comisiones se han podido pagar, y cobrar, en esos 16 años como las del contrato de la ORA que investigan el juez Penalva y el fiscal Subirán?

Poder y contratistas, regidores y empresarios de la noche, políticos y proveedores de las Administraciones, son binomios que a menudo generan corrupción. No hemos nacido ayer y desde los casos Calvià y Túnel de Sóller (años 90) hemos visto cómo el dinero negro mueve las voluntades de muchos gobernantes.

Darse de baja en el partido no lava la ropa sucia que desde que estalló el caso Policías porta Gijón, que quiere arreglarlo todo denunciando un delirante acoso judicial. Gijón ha escogido, de momento, el mismo camino que Rita Barberá.

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