La restauración se ha convertido en un sector refugio para muchas personas que perdieron su trabajo durante los años de la crisis, y que han destinado la prestación por desempleo y ahorros a abrir un negocio pensando que podrían salir adelante con esa actividad para encontrarse al cabo del tiempo con unas pérdidas que les obligan a cerrar sus puertas, según lamenta el presidente de la asociación mallorquina de este sector, Alfonso Robledo.

Eso ha supuesto una enorme rotación en la explotación de los locales, pero explica tambien el elevadísimo número de bares y restaurantes que hay en Mallorca. Tan alto, que desde hace semanas resulta una misión casi imposible encontrar personal de cocina o camareros, lo que lleva a recurrir a personas sin experiencia, estudiantes en muchos casos, a los que hay que formar para poder así hacer frente al verano, según afirma el citado dirigente empresarial.

La facilitad con la que cualquier persona puede abrir un bar o un restaurante exige que se diferencie entre aquellos que prestan un servicio de calidad y los que no, subraya Robledo, que lamenta que el Govern no haya creado todavía la categoría Gold, una iniciativa acordada hace más de dos años y que cuenta con el respaldo del Consell Insular y de la Cámara de Comercio.

Desde la Dirección General de Turismo se asegura, en cualquier caso, que la aprobación de este distintivo es inminente, y se espera que su aprobación se produzca antes de un mes.

Para obtener esa categoría Gold no se exigirán grandes requisitos, pero sí garantizar unos niveles mínimos de calidad, como disponer de cartas en varios idiomas y contar con unas instalaciones con buenos niveles de higiene.

La estrategia que se persigue es muy similar a la utilizada ya por el Govern con los coches de alquiler: conceder un distintivo que permita a los clientes, especialmente los turistas, identificar a los negocios que ofrecen mayores garantías en el servicio que prestan y evitar al resto.