La puerta mallorquina a Europa está registrando una inusitada actividad este 2017. Al menos 75 inmigrantes han llegado a la isla en patera desde enero, ocho de ellos ayer mismo, cifra que contrasta abruptamente con los 26 interceptados a lo largo de 2016. Expertos policiales y ONG's tienen claro cuál es el perfil de estos ciudadanos que recorren 265 kilómetros desde el puerto pesquero argelino de Dellys, pero no se explican un incremento de este tráfico marítimo tan notable.

La última patera interceptada llegó precisamente ayer a ses Salines con ocho personas a bordo. Sus ocupantes acababan de tocar tierra y se disponían a bajar de la embarcación cuando fueron detenidos por agentes de la Guardia Civil, que los trasladaron al cuartel de Manacor. Como es habitual, pasarán a disposición judicial y serán trasladados a algún centro de detención de la península para ser devueltos a su país de origen.

La isla queda lejos de los flujos migratorios del Estrecho y Canarias, donde cada año miles de inmigrantes se juegan la vida en un viaje desesperado por mar. Los que eligen Mallorca como destino lo hacen en una proporción muy inferior. Desembarcan en buenas condiciones de salud y no hay constancia de la presencia de mafias que controlen esos desplazamientos.

Organizados

"Se organizan como una especie de cooperativa y compran las barcas ellos mismos. La mayoría son chicos jóvenes. Los que han llegado últimamente parecía que vinieran a hacer un botellón. Tenían una actitud bastante pasota, como si se tomaran el viaje como una aventura. Parecían más occidentales que árabes", explica Chema Manso, jefe de la Unidad Central contra las Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF).

"Algunos vienen porque tienen familia en España. Otros vienen a delinquir. No tienen nada que perder. Sabemos que pagan entre 700 y 800 euros cada uno por subirse a la patera. Ellos compran la barca y el motor. Por eso hablar de mafia en estos casos es muy relativo. No les mueve esa desesperación que sí vemos en los subsaharianos que tratan de cruzar el Estrecho", subraya Manso. No todos son interceptados, pero son pocos los que escapan del control policial cuando desembarcan.

Mallorca apenas cuenta con infraestructura en materia de inmigración irregular. "Tanto Cruz Roja como otras entidades estamos un poco verdes en los protocolos porque no ha habido recurrencia en estos fenómenos en los últimos siete u ocho años. Nosotros tenemos un convenio con el Ministerio de Trabajo que canaliza una subvención para prestar una primera atención a los inmigrantes que llegan a la costa", explica Victòria Avellà, directora autonómica de Socorros, Emergencias y Medio Ambiente de la Cruz Roja. "Hacen trayectos rápidos y cortos. Casi siempre llegan en buenas condiciones físicas y de salud. Depende del motor que lleven en la embarcación, el trayecto hasta aquí puede durar unas horas. Llevan ropa seca para cambiarse cuando llegan y están bastante bien informados sobre los derechos que tienen", explica Avellà.

En Semana Santa se registró un pico de llegadas por mar insólito. La Guardia Civil interceptó a catorce inmigrantes el 13 de abril al sur de Cabrera. Al día siguiente detectó una nueva patera con otros catorce tripulantes en el mismo lugar. Nueve de los ciudadanos que iban en la primera embarcación se declararon menores de edad. Después de someterles a pruebas radiológicas, solo se confirmó un caso.

"A veces en los centros de internamiento vemos que los mayores de edad en lugar de crecer, decrecen", afirma irónicamente Manso. "Si se acredita esa minoría de edad pasan a disposición de la conselleria de turno y quedan libres. Se quedan en algún centro los primeros días y después desaparecen, por lo que han conseguido su objetivo", añade el jefe de la UCRIF.

La edad es clave. Los mayores de 18 años son detenidos, puestos a disposición judicial y enviados a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Península, normalmente en Barcelona. Allí se entrevistan con el cónsul de Argelia. Si corrobora la nacionalidad de los indocumentados, se activa el protocolo para deportarles a su país de origen.

Los menores de edad siguen un camino muy diferente. En Mallorca quedan bajo la tutela del IMAS (Institut Mallorquí d'Afers Socials), dependiente del Consell. Reciben escolarización-en caso de ser menores de 16 años-, un documento de identidad, una tarjeta sanitaria y herramientas para integrarse en su nueva realidad. Al alcanzar la mayoría de edad pasan a depender del Govern, que les hace un seguimiento para continuar con el proceso de integración.

Carlos Martín, coordinador en Balears de la campaña 'Jo Acullo' de Amnistía Internacional, plantea otra posibilidad para estos inmigrantes llegados en patera. "Existe la opción de que se les dé tratamiento de refugiados, aunque es difícil. La mayoría no tienen esta posibilidad y se les devuelve al país de origen", valora.

En mayo se registró un nuevo hito en lo que se refiere a la llegada de pateras. Entre los días 15 y 17 se detuvieron a 28 indocumentados que habían desembarcado en tres pateras en la playa de Ses Covetes, Cap de ses Salines y el Caló de sa Barca Trencada. "No sé por qué han venido tantos. La mejora de las condiciones económicas suele generar un efecto llamada, pero no me atrevo a sacar una conclusión", señala Avellà.