Bruselas ha desbaratado las bucólicas teorías de la conselleria de Medio Ambiente sobre la propagación de la Xylella. La generación espontánea el pasado mes de octubre en un vivero de Portocristo ha quedado desmantelada. Los inspectores de la Unión Europea fijan el origen años atrás.
Este periódico dató en 2010 el primer aviso sobre un foco de Xylella en un almendral de Son Carrió. La información fue seguida de las acusaciones de sensacionalismo que suelen acompañar a las noticias verdaderas. Los políticos cambian pero los técnicos permanecen, y la casta burocrática debía defender una gestión que fue incapaz de identificar el auge de la bacteria, en la hipótesis más favorable.
Los técnicos de la UE convalidan el origen a principios de siglo, mientras las sucesivas consellerias del PP y del Pacte se enredaban con la acción de hongos malignos o con la voracidad de las ovejas para explicar la extinción de almendros. Incluso se publicaban imbatibles tesis doctorales al respecto en el seno de la conselleria.
Una vez desacreditada la labor del Govern sobre el origen de la plaga, la UE también corrige a la conselleria sobre las medidas radicales a adoptar. Tras haber negado la magnitud del problema y su efecto dramático sobre olivos y almendros, el departamento de Vicenç Vidal garantizó que a Europa le bastaría con la contención. Querían combatir la Xylella por aspersión. Sin embargo, ni un cazador de sensacionalismos podría atemperar el término "erradicación". A cinco cuarteradas de limpieza por árbol infectado, escalofría el impacto paisajístico.
A cambio de infectar la conselleria de Xylella, los paladines de la minimización ya han recibido los contratos menores de rigor. Si desea conocer la verdad de la bacteria, atienda a las declaraciones fuera de micrófono de Francina Armengol, Biel Barceló, Jaume Font o Joan Simonet.
