El fenómeno del alquiler vacacional, con sus muchas y variadas aristas, está centrando horas de debate en el edificio de sa Riera de la UIB. Una actividad que genera controversia y que se aborda desde el punto de vista económico, legal y social. "La economía sumergida es patrimonio de España, no del alquiler vacacional", ha lanzado categórico el portavoz de Homeaway en España, Joseba Cortázar, durante la ponencia inaugural que se ha propuesto medir el impacto económico de esta actividad.

En la mesa también se han sentado Guillem Murgui, representante de Airbnb; Pako Rodríguez, de OuiShare, y Almudena Ucha, de Rentalia. El contrapunto a los representantes de las plataformas lo ha puesto Jaume Horrach, de la Asociación hotelera de Alcúdia y Can Picafort.

"Me sorprende que hablemos del impacto económico de una economía colaborativa", ha arrancado el hotelero irónicamente. "Lo que veo es que todo deriva hacia terrenos lucrativos. Espero que no nos dirijamos a un apocalipsis especulativo", ha añadido.

Huéspedes y anfitriones mueven mucho dinero, casi siempre opaco. Las plataformas han defendido que existe un interés por declararlo, pero que las Administraciones no ponen los medios necesarios para hacerlo. "Los anfitriones nos pregunta mucho cómo declarar ese dinero, existe la idea equivocada de que quieren evadir", ha subrayado Murgui.

Cortázar ha pedido "incentivos" para que todo ese dinero opaco aflore. "Hay que desarrollar medidas encaminadas a potenciar la fiscalidad. Que aquellos que tienen que contribuir lo hagan y que declaren los ingresos. Pero para eso es necesario que se establezcan incentivos", ha afirmado el portavoz de Homeaway.

Los representantes de las plataformas han puesto el énfasis en los beneficios que supone el alquiler vacacional para anfitriones, bares y restaurantes. "Fomentamos la economía colaborativa. Pero tenemos que ver cómo suavizar estas fricciones que existen cuando surge una nueva forma de producir", ha indicado Rodríguez, de OuiShare.

Nuestro modelo supone un complemento económico para el que alquila una casa o una habitación. Pero también favorece la economía del barrio en el que está la vivienda", ha defendido Murgui, de Airbnb.

Horrach, la voz de un sector hotelero que se siente agraviado ante el fenómeno del alquiler turístico, ha estado siempre muy alejado de los argumentos que se han puesto sobre la mesa: "No entiendo que se hable de crecer cuando aquí estamos desbordados. Se han hecho cosas mal, y entono el ´mea culpa´. Pero ahora se está quebrando la convivencia social. No son momentos de crecer. Prefiero un hotel con mil personas dentro, que repartidas en quinientas villas turísticas. Eso supone un impacto medioambiental brutal".