Pedro Meaurio, primer director civil del aeropuerto de Son Sant Joan, falleció el pasado domingo en Palma a la edad de 77 años. Dotado de un don de gentes extraordinario y una inteligencia y memoria fuera de lo común, afrontó los problemas y los cambios con decisión y sin desfallecer.

Nacido en San Sebastián en 1940, Meaurio llegó a Palma por casualidad. Al terminar su carrera de ingeniero aeronáutico en 1965, encontró trabajo al lado de casa, en Fuenterrabía. Pasó 17 años encargado del mantenimiento de este aeródromo y de tres más -Santander, Pamplona y Torralba de Aragón-. En aquella época los militares dominaban el aire. Pero con la transición, los uniformados entregaron las riendas. Las instalaciones aeronáuticas pasaron a manos del ministerio de Transporte. "Como veterano, me encargaron el aeropuerto de Palma. Sustituí al último coronel al mando, Eustaquio Alonso, un magnífico organizador. Era un momento agobiante, no cabía más gente. En el año 79 ya recibíamos ocho millones de pasajeros. En comparación, debíamos tener la mayor tasa de viajeros por trabajador del mundo. La terminal ´A´ se empleaba todo el año y la ´B´ sólo en verano para los vuelos chárter", explicó él mismo a Diario de Mallorca en una entrevista concedida tiempo después de su jubilación.

Meaurio estuvo dos décadas, de 1979 a 1999, al frente del aeropuerto palmesano convirtiéndolo de unas infraestructuras insuficientes en lo que hoy es . Durante ese tiempo aseguraba haberse divertido mucho "porque todos los días había que inventar. No quedaba más remedio que gestionar el caos que existía ante la falta de infraestructuras". De hecho, cuando se le pedía destacar algo de lo que se sintiera orgulloso de esos veinte años de trabajo, afirmaba: " He sido un buen gestor del caos".

Las huelgas de los controladores aéreos franceses o las del handling pusieron a prueba su capacidad de trabajo y su atención a los mínimos detalles. De él se decía que conocía hasta el número de rollos de papel higiénico que se consumían a diario.

Su gran tarea fue la ampliación de Son Sant Joan, culminada en 1996. Ni los retrasos ni los problemas con las constructoras mermaron su capacidad de diálogo ni su decidida actitud de salvar los obstáculos sin abandonar las buenas maneras ni una sonrisa.

AENA le relevó cuando en los aeropuertos perdió importancia la organización del transporte en pro de la comercialización de los espacios de las terminales.