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Con ciencia

Auditando el miedo

Parece que es difícil enterarse de que estamos en la nueva guerra mundial, una guerra que comenzó con el siglo pero que nos ha costado reconocer. De hecho, seguimos llamando "terrorismo" a lo que se inició con los atentados del 11-S en Nueva York y tiene a los golpes en el Reino Unido como última barbarie. Si terrorismo era lo que hacían el IRA en Londres o ETA en Madrid, la cadena de asesinatos que sufrimos por voluntad del yihadismo extremo ha cruzado aquella frontera. En contra de lo que creíamos los occidentales, ni siquiera es una guerra que se libre sólo contra los cristianos. Después de los atentados de Teherán queda claro que la amenaza de dirige a cualquier objetivo susceptible de ser alcanzado.

La industria hotelera se ve afectada de lleno por la nueva guerra mundial. El negocio turístico de antiguos enclaves de gran éxito como es Egipto ha desaparecido. Así que lo prudente en esos casos es aplicar las mayores medidas de prevención imaginables para convencer a los posibles clientes de que pasarán sus vacaciones en un lugar seguro. Incluso si se trata de una isla como Mallorca que, por definición, resulta una trampa que dificulta la huida de los terroristas. Cabe recordar que ETA no atentó en 1995 contra el entonces rey don Juan Carlos, pese a tenerle dos veces en el punto de mira del rifle, porque los terroristas no tenían resuelta la escapatoria. Los nuevos asesinos, ¡ay!, no buscan librarse: están resueltos al suicidio y ese hecho convierte en muchísimo más peligrosa su amenaza.

Así que los empresarios mallorquines hacen bien contratando auditores que comprueben y certifiquen que las medidas de seguridad con las que cuentan los hoteles son las adecuadas. Por más que -como sostiene el mantra actual de los responsables de los servicios de inteligencia y de la policía- la seguridad absoluta no exista; se trata de impedir en la medida de lo posible que un suicida dispuesto a ir al paraíso lleve la carnicería al hotel.

¿Bastarán las auditorías para convencer a los turistas reticentes? Por supuesto que no en todos los casos. Se puede comprobar a poco que se conozca la sociedad estadounidense que son muchos los norteamericanos que se niegan a viajar, de vacaciones al menos, al extranjero. El miedo es libre y los yihadistas del Estado Islámico, de Al Qaeda o del grupo que aparezca más tarde han ganado ya esa batalla. Hay un antes y un después cuyo límite apareció con el golpe a las Torres Gemelas. Estamos instalados ya en mundo distinto, vinculado a las medidas que se toman para intentar mantener a los posibles asesinos bajo control. Basta con comparar lo que es viajar hoy en avión comparado con lo que era hace dos décadas. Y ese cambio gigantesco alcanza, cómo no, a las pólizas de seguro de los negocios turísticos.

Aunque sólo sirvan para mantener los costes de esas pólizas en un nivel razonable, las auditorías están justificadas. Pero con la espada de Damocles de las intenciones del yihadismo sobre nuestras cabezas, incluidas las de los hoteleros. Inglaterra, Gales y Escocia están también en una isla. De momento no parece que los golpes que han sufrido en Londres terminen con el turismo de la capital del Reino Unido pero desde luego tampoco ayudan a mantenerlo. Las auditorías preventivas son el clavo ardiendo al que cabe agarrarse mientras confiamos en que el yihadismo apunte hacia otra parte.

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