Lo que tenía que ser una jornada de celebración por los éxitos obtenidos en una competición de baile acabó la noche del domingo en una auténtica pesadilla. Un grupo de 140 personas, entre ellas 80 niños, que venían de un campeonato de danza urbana en Valencia se vieron obligados a dormir en el aeropuerto de la ciudad del Turia tras cancelar Vueling su vuelo a Mallorca sin ofrecerles alojamiento, comida o bebida.

“¡El trato de Vueling ha sido inhumano!”, denunció Sandra Rey, propietaria y responsable de la academia de baile Top Dance Academy, cuyos alumnos y sus acompañantes se vieron afectados por la cancelación.

La comitiva mallorquina debía coger el avión de las 23.35 a la isla pero la compañía fue informando en varias ocasiones de que sufría retrasos debido a fenómenos meteorológicos adversos hasta que a la 1.30 confirmó las peores sospechas: el vuelo se cancelaba.

La directora de la escuela aseguró que la aerolínea les mintió esgrimiendo esos retrasos “sabiendo que estaba cancelado para no llevarnos a un hotel”.

Rey, quien tachó de “vengonzoso” lo sucedido deploró el trato de la compañía, que según explicó no hizo nada por asistirles. “Me sabe mal”, “yo no sé nada” o “nunca había pasado algo así”, fueron las únicas explicaciones que obtuvieron por parte de la aerolínea, detalló.

“Tuve que luchar y luchar diciendo que iba a llamar a la Policía Nacional y a la Guardia Civil para conseguir agua y algo de comida”, abundó la reponsable de la academia de danza.

Finalmente, tres horas después, tras hablar con responsables de Aena, el grupo consiguió que les fuera habilitado el Burger King “que tiene asientos”para evitar pernoctar en pavimento, si bien la medida tenía su contrapartida: volver a pasar por los controles de seguridad. “Nos hicieron dejar todas las aguas que nos acababan de dar después de tanto esfuerzo. Nos dijeron que bebiéramos agua del grifo, que era buena”, criticó Rey. No todos consiguieron asiento por lo que muchos acabaron “tirados” en el frío suelo. Además, Aena facilitó algunas mantas, pero no hubo para todos.

Parecía que la odisea estaba a punto de acabar cuando les anunciaron al fin que su vuelo salía a las ocho de la mañana, pero las penurias no acabaron ahí. “Hemos embarcado y esperado una hora y media más dentro del avión, una situación desesperante”, lamentó la directora del centro. El balance, desolador: “Hemos pasado 10 horas con 80 menores tirados en el aeropuerto de Valencia, y 60 adultos que desesperábamos por la falta de trato humano de Vueling y del aeropuerto de Valencia”, concluyó Rey.