Llegó la tercera onda. En septiembre de 2015 la colaboración internacional LIGO revolucionó el mundo científico al anunciar que habían detectado una onda gravitacional, confirmando así su existencia (Albert Einstein las predijo hace cien años) y creando una nueva manera de estudiar el universo. La Universitat contribuyó a ese descubrimiento histórico gracias a los cálculos y modelos hechos por el Grupo de Relatividad y Gravitación (GRG) que capitanean Alícia Sintes y Sasha Husa. En diciembre de 2015 se detectó una segunda onda y ayer LIGO anunció la detección de una tercera, confirmando el inicio de la era de la astronomía gravitacional.

Las ondas gravitacionales son alteraciones del espacio tiempo provocadas por fenómenos violentos del cosmos. De momento, las tres detecciones han sido fruto de fusiones de agujeros negros, que han creado uno mayor.

La última registrada ha generado un agujero negro con una masa equivalente a 49 veces la del Sol y es la detección más lejana de las tres realizadas: los agujeros negros se localizan aproximadamente a 3 mil millones de años luz. Estas colisiones producen más energía, en el instante anterior a la fusión de los agujeros negros, que la energía emitida como luz por todas las estrellas y las galaxias del universo en cualquier momento.

El Grupo de Relatividad y Gravitación de la UIB es el único grupo de investigación en España que ha participado en las tres detecciones a través de la Colaboración Científica LIGO y GEO. La UIB participa en LIGO desde 2002, si bien la doctora Alícia Sintes, profesora del Departamento de Física, fue una de las investigadoras que intervino en la puesta en marcha de este grupo en 1997.

Esta tercera detección se ha dado a conocer hoy, pero tuvo lugar el pasado 4 de enero. No se ha dado a conocer antes porque durante todos estos meses los equipos participantes en la colaboración LIGO (como el GRG de la UIB) han estado haciendo cálculos y modelos para confirmar que no era una falsa alarma.

En la colaboración LIGO participan más de 1.000 investigadores de todo el mundo. Las observaciones se hacen a través de dos detectores ubicados en EEUU (en Hanford y en Luisiana), operados por Caltech y el MIT con la financiación de la National Science Foundation (NSF). Precisamente ahora en Hanford se encuentra un estudiante de doctorado de la UIB, Pep Covas.

Las otras observaciones

La primera observación directa de las ondas gravitacionales la hizo LIGO el septiembre de 2015, durante su primer periodo de observación. La segunda detección tuvo lugar en diciembre de 2015. La tercera detección, llamada GW170104, se describe en un artículo en la revista científica internacional Physical Review Letters.

Al sumar ya tres detecciones, los físicos empiezan a tener nuevas informaciones sobre los agujeros negros. Así, la nueva observación proporciona pistas sobre las direcciones de giro de los agujeros negros.

El estudio también pone a prueba otras teorías de Albert Einstein. Por ejemplo, los investigadores han buscado un efecto denominado dispersión, que se da cuando la luz ondula en un medio físico como el vidrio y viaja a diferentes velocidades según la longitud de onda. Así es como un prisma crea un arco iris.

La teoría general de Einstein mantiene que la dispersión no se puede producir en las ondas gravitacionales en la propagación desde su fuente hasta la Tierra. LIGO no ha encontrado evidencias de este efecto, lo cual vuelve a hacer patente que Einstein tenía razón.