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Atención sanitaria

Por unas UCIs con h de humanas

El proyecto HUCI busca convertir estas zonas asistenciales en lugares más amables para pacientes, familiares y profesionales

El doctor Gabriel Heras. HCIN

"Hay mucho amor en las salas de espera de los hospitales y ese amor tiene que entrar en las áreas asistenciales porque no hay ninguna duda de que ayudará a recuperarse a los enfermos, los curará antes ahorrando dinero y recursos al sistema sanitario".

Quien suscribe esta loable declaración de intenciones es Gabi Heras, médico intensivista del Hospital Universitario de Alcorcón (Madrid) y creador en febrero de 2014 del proyecto HUCI con h de humana. Una iniciativa que, revela, comenzó en España y a la que ya se han sumado en investigación en red centros de 20 países de Latinoamérica, Oceanía, Estados Unidos y Europa.

"El proyecto comenzó con un objetivo claro: rediseñar las Unidades de Cuidados Intensivos (en adelante, UCIs) de los hospitales para ponerlas al servicio de las personas. Y no solo las UCIs. Otras especialidades médicas ya se están sumando a este proyecto", se ufana el doctor Heras, que recientemente participó en unas jornadas de humanización de la sanidad pública organizadas por el hospital comarcal de Inca con motivo de su décimo aniversario.

Abiertas todo el día

Ante la pregunta de qué propone para humanizar unos espacios tan poco amables como las UCIs, este especialista desgrana varias ideas. La primera de ellas, flexibilizar los horarios de visitas. "En España, el 70% de las UCIs tan solo permiten las visitas durante una hora por la mañana y otra por la tarde. Nosotros proponemos que este horario se amplíe a varias horas, de la mañana a la noche e incluso que se permita el acceso durante las 24 horas del día", sugiere.

Entre las ventajas de esta medida, Heras señala que los familiares se podrían implicar más en los cuidados del paciente, colaborando en su alimentación y en los tratamientos de fisioterapia que requieren muchos de estos enfermos. "Y aportaría un valor añadido emocional. Como el ánimo del paciente sin duda mejorará teniendo cerca a sus seres queridos, también previsiblemente se curará antes y se ahorrarán gastos al sistema sanitario público", reitera el intensivista.

También recomienda trabajar por mejorar la comunicación entre todos los actores implicados en este drama, los enfermos, sus familiares y los profesionales. Y tampoco se olvida de estos últimos al sugerir medidas que prevengan y manejen más satisfactoriamente el desgaste de los trabajadores de estas unidades. "El 50% de los profesionales que trabajan en las UCIS, auxiliares, enfermeras y médicos, están quemados", sustenta la aseveración con datos.

El intensivista aporta otro dato poco conocido: que el 90% de los pacientes que pasan por las UCIs sobreviven: "Pese a que está extendida la creencia de que su estado es muy grave y que la mayoría fallecen, nueve de cada diez pacientes sobreviven. Y muchos de ellos quedan con secuelas como debilidad, depresión, estrés o ansiedad. Por eso sería muy aconsejable incorporar a los equipos sanitarios de las UCIs a psicólogos y fisioterapeutas que hoy en día no los conforman con un objetivo muy claro y diáfano: facilitar a los pacientes la reincorporación a su vida previa".

También habría que mejorar las habilidades de comunicación de las que los profesionales sanitarios salen huérfanos tras su paso por las facultades de Medicina. "No estamos bien preparados para comunicarnos con los pacientes ni con sus familiares. En ocasiones nos falta compasión, capacidad de acompañamiento en el duelo, escucha activa...", admite Heras.

Dignidad, privacidad y confort

Otra asignatura pendiente de las UCIs es la mejora de sus espacios arquitectónicos y estructuras para "mejorar la dignidad, la privacidad y el confort de todos". "No puede ser que un profesional de guardia no tenga un sitio donde ducharse o tenga que dormir en una cama en la que lo ha hecho otra persona dos horas antes", lamenta.

También aboga el intensivista por naturalizar el proceso de morir, permitir a los enfermos en fase terminal que hagan su declaración de voluntades anticipadas, que decidan por sí mismos si quieren ser sometidos a intervenciones terapéuticas agresivas o no o que, por ejemplo, se postulen como futuros donantes de órganos.

"Asimismo, habría que implementar los cuidados paliativos en estas unidades para ese diez por ciento de los pacientes que fallecen", añade.

También propone el doctor Gabi Heras apostar firmemente por una medicina y enfermería integrativa. O, traducido para los profanos, animar a los pacientes con música o poner a su alcance las terapias asistidas con animales. "Una persona muy ligada a su mascota puede llevar muy mal pasar separada de ella durante semanas. Y facilitarles un encuentro puede ser muy beneficioso para los dos, para el paciente y para el perro", pone como ejemplo.

"Los paseos fuera de la unidad, cuando sean posibles, también ayudan a que la gente vuelva a conectarse a la vida tras estar encerrado en el hospital, además de que estimula su recuperación", apunta su última sugerencia para hacer estos tecnificados espacios asistenciales un lugar más amable.

"En estos tres años de trabajo (desde que empezó con el proyecto HUCIs) hemos conseguido sensibilizar a medio mundo de que hay que humanizar la sanidad para hacerla además más sostenible. Y ha de quedar claro que es un trabajo en el que tenemos que implicarnos todos", concluye este intensivista que contagia entusiasmo.

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