Gwendolyn Barceló, una investigadora que hasta hace unos años trabajó en el equipo de Pablo Escribá, afirmó ayer ante el juez Enrique Morell que en 2008 recomendó el Minerval para una paciente de cáncer, "porque nos habían dicho que curaba ese mal en personas". La científica, que testificó durante casi dos horas en el caso Minerval, expresó sus actuales dudas sobre la eficacia de ese remedio, que está siendo investigado por una presunta estafa agravada.

Barceló no quiso a su salida del juzgado dar muchas explicaciones sobre su testimonio, pero sí que apuntó algunos datos claves: "La patente sobre el Minerval se hizo en 2001 con base en que curó el cáncer a una persona, hoy (16 años después) estamos como estamos y todavía es un fármaco en fase de ensayo".

La testigo añadió que "una cosa son los resultados en ratones (de laboratorio) y otra en las personas: lo que funciona en ratones no tiene por qué funcionar en las personas".

Barceló trabajó junto al principal imputado, el catedrático de la UIB Pablo Escribá, entre 2006 y 20013. Después abandonó ese grupo de investigación porque no le gustaba lo que pasaba en su seno y recibió una beca de superior categoría.

Otro de los testigos destacados ayer ante el juez Enrique Morell y la fiscal Concha Ariño fue Jordi Lalucat, exvicerrector y actual catedrático de la UIB. Laculat declaró a petición de la citada Universidad, que aspira a ser acusación particular, pero de momento es responsable civil de los hechos, dado que dos de los implicados son docentes en la institución.

Lalucat explicó que en 2013 le ordenó la rectora de la UIB Montserrat Casas, fallecida el 31 de marzo de ese año, que realizara una información reservada (una investigación secreta) sobre el Minerval.

La información reservada se abrió al catedrático de Biología celular Pablo Escribá, que era el descubridor de ese futuro medicamento y que lo estaba vendiendo para pacientes de cáncer. Las sospechas de irregularidades se suscitaron por "comunicados" de la conselleria de Salut e informaciones de otros investigadores de la UIB.

Lalucat se entrevistó con varias personas, entre ellas el decano de Biología, y recabó datos al Govern sobre la situación legal de la venta de ese producto.

El testigo añadió que elaboró un informe y extrajo unas conclusiones, que puso en conocimiento del nuevo rector Llorenç Huguet Lalucat, a preguntas de los periodistas, no precisó la fecha en que informó a Huguet de sus pesquisas, pero añadió que habló con él en varias ocasiones sobre el Minerval.

Según fuentes jurídicas, el informe de Lalucat no era concluyente sobre la existencia de irregularidades en relación al producto. De hecho, y al ser una información reservada, no se informó de las pesquisas ni al propio Pablo Escribá.

La UIB está dispuesta a aportar al sumario esta información reservada si la reclama el magistrado Enrique Morell.

Lalucat sí que explicó que las conclusiones eran a título personal y no representaban la opinión de la institución académica, que ha sido objeto de críticas por su supuesta pasividad ante las quejas por la venta del Minerval como si fuera un remedio para el cáncer sin serlo y sin tener todavía la condición de medicamento.

Donaciones a Marathon

Otro testigo que depuso ayer es el hermano de un enfermo de cáncer que murió hace once años y que tomó Minerval tras ser desahuciado. El declarante reconoció que, junto a otros hermanos, pagaron 9.000 euros a Escribá por el Minerval en polvo y como donaciones a la fundación Marathon, una entidad dedicada al fomento de la investigación y vinculada a Escribá.

Esta persona aseguró no sentirse estafada o perjudicada, "en espera de lo que concluyan las investigaciones judiciales". "No nos dijeron que iba a curar el cáncer y sí nos explicaron que podía no funcionar". "Escribá nos dijo que el Minerval había tenido buenos resultados en animales, pero que no nos garantizaba nada", dijo.