En el último cuatrimestre del año pasado había en las islas un total de 15.257 pacientes diabéticos insulinodependientes15.257 pacientes diabéticosinsulinodependientes, esto es, que precisan de esta hormona que ya no segrega su páncreas para sobrevivir. Y para el control de los niveles de glucosa en sangre de estos enfermos el Servei de Salut gastó durante el ejercicio anterior casi 3,5 millones de euros en la adquisición de las tiras reactivas con las que el diabético, tras impregnarlas con una gota de su sangre e introducirlas en un aparato medidor, sabe en pocos segundos cuál es su glucemia de manera puntual.

En concreto, en 2016 se usaron un total de 12.630.950 tiras reactivas por las que el Servei de Salut abonó un total de 3.474.900 euros.

Desde el IB-Salut matizan que algunos diabéticos de tipo II, esto es, los pacientes en los que la enfermedad se ha manifestado en una fase más tardía y que se tratan con antidiabéticos orales [unos fármacos que reducen los niveles de glucosa en sangre sin necesidad de inyectarse insulina] también utilizan estas tiras reactivas para controlar su enfermedad. Y en las islas hay diagnosticados un total de 55.159 diabéticos de este tipo.

No obstante, para calcular el gasto anual por paciente en este material sanitario, tan solo se tiene en cuenta los pacientes insulinodependientes. Así, cada enfermo de este tipo le costaría a la sanidad pública balear un total de 227 euros anuales solo por las tiras reactivas que usa para controlar su patología.

Estas tiras para medir la glucemia son el auténtico negocio para las empresas sanitarias que las comercializan, de manera que es muy habitual que los aparatos medidores donde se introducen sean ofrecidos de forma gratuita a los usuarios. El Servei de Salut, debido al ingente volumen de tiras que adquiere cada año (más de 12,6 millones), ha negociado un ventajoso precio con los proveedores y debido a ello paga un media de 27,5 céntimos de euros por cada una de ellas. Nada que ver con el precio de venta al público en las farmacias.

Así, una persona sin cobertura sanitaria pública -en los centros de salud se dan estas tiras de manera gratuita a todos los pacientes diabéticos con tarjeta sanitaria- que precisara de este material para controlar sus niveles de glucosa, debe pagar en las farmacias en torno a los 44 euros por un bote con 50 de estas tiras, 88 céntimos por tira.

Además de las tiras para medir la glucosa existen otras para controlar los cuerpos cetónicos en sangre, test que ayuda a mantener la enfermedad sin tantas complicaciones y cuyo descontrol puede derivar en una cetoacidosis que puede llegar a poner en riesgo la vida del paciente. Pues bien, en estas tiras medidoras de estos cuerpos cetónicos, Salud desembolsó en 2016 un total de 65.785,5 euros para distribuir 59.805 tiras entra los pacientes que las necesitaban.

Recientemente ha salido al mercado un revolucionario sistema de medición de la glucosa que mejoraría el control de todos aquellos pacientes diabéticos jóvenes e insulinodependientes que se pinchan varias veces cada jornada y que se realizan cuatro o más controles glucémicos diarios, en opinión de Honorato García, endocrinólogo de Son Espases.

Se trata de un sistema comercializado por la empresa especializada Abbott Diabetes Care únicamente a través de internet y que responde a la denominación Free Style Libre. Como explican los servicios de comunicación de Abbott, se trata de un sistema de medición que mide la glucosa en el líquido intersticial, no en la sangre. Y su principal ventaja es que permite a los pacientes realizarse todas las mediciones de glucosa que deseen al día sin los molestos pinchazos en las yemas de los dedos para obtener una gota de sangre. El enfermo ha de colocarse una especie de parche-sensor en el brazo que, al pasar el medidor sobre él como si de un escáner se tratara, te ofrece la glucemia de forma instantánea.

Cada sensor cuesta 59,90 euros y permite medirse la glucosa durante 14 días. Aún no está financiado por la Seguridad Social, aunque desde el departamento de prestaciones sanitarias del IB-Salut estiman que lo estará en breve.

Honorato García calcula que más de dos mil diabéticos insulinodependientes jóvenes de esta comunidad mejorarían el control de su patología con este nuevo aparato y evitarían las complicaciones de su enfermedad que, recordó, mal llevada ocasiona pérdida de visión y ceguera (retinopatías), insuficiencia renal que puede precisar diálisis y trasplante, pérdida de sensibilidad y amputación de extremidades y más riesgo de padecer infartos e ictus, entre otras.