Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión

El Nóos universitario

La UIB ha sufrido con el caso Minerval un daño similar al de Més con el asunto de los contratos a su gurú electoral. Dos entidades de prestigio, solvencia y honestidad están estos días por los suelos por el pecado más universal: la codicia.

Los detenidos por Minerval se negaron a declarar ante la Policía, por lo que tendremos que esperar a sus comparecencias judiciales para saber cómo rebaten las graves acusaciones que pesan sobre ellos.

Minerval fue una cruel estafa a las víctimas más indefensas o un ensayo clínico en busca de la utópica curación del cáncer. Si tenemos que hacer caso a las informaciones provenientes de la Policía, Son Espases, la UIB, la Agencia Española del Medicamento y la conselleria de Salud del Govern, el producto no es más que un simple placebo sin efectos curativos.

El problema es que el fármaco made in Mallorca se vendía a precios astronómicos a los desahuciados, dispuestos a agarrarse a un clavo ardiendo. Un desconsolado padre llegó a pagar 25.600 euros por lo que pensaba era el milagro para curar a su hija.

En esta historia, como en todos los asuntos de corrupción, hay elementos para camuflar el supuesto ánimo de lucro. Si Iñaki Urdangarin se prevalió de un instituto filantrópico para desviar millones de euros de fondos públicos, los implicados en esta historia habrían usado una fundación como tapadera.

Según la Policía, los cinco detenidos no decían a las víctimas que estaban comprando el Minerval, sino que daban donativos para la lucha contra el cáncer a través de programas de investigación científica. Los responsables de este Nóos universitario usaron asimismo una empresa para que el dinero fluyera sin dificultades.

Con estas herramientas, y siempre supuestamente, habrían canalizado a sus bolsillos los fondos de los enfermos desesperados. Lo más doloroso del caso es, sin duda, la desesperanza y angustia de los pacientes y sus familias al ver que el milagro del nuevo fármaco no se obraba y el cáncer ganaba, día a día, la guerra.

Pero no hay que menospreciar el daño causado a la UIB, donde dos de los detenidos figuraban como excelentes profesores e investigadores. Si finalmente se demuestra que la molécula llamada a pasar a la historia de la medicina era un bluff, una estampita, un camelo, la institución académica quedará a la altura del suelo, a pesar de haber sido ella la denunciante de los hechos.

El caso Minerval dará mucho que hablar. Siempre ha habido estafadores de productos milagro, pero nunca podíamos pensar que eran nuestros paisanos mejor preparados.

Compartir el artículo

stats