"Estamos destrozados". Desde hace quince días, Més per Mallorca vive en shock. "Es brutal lo que nos está pasando, muy doloroso", comparten el desconcierto dirigentes y bases ante un escándalo inusual e impropio en el partido de izquierda nacionalista. Instalados todavía en la fase de negación, son minoría los cargos que han asimilado "la cagada monumental"-uno de los que sí lo han hecho dixit- de haber adjudicado 154.000 euros públicos por la vía directa y en menos de un año a su director de campaña, el doctor en Economía Jaume Garau. Desde que lo destapó este diario, se suceden los lamentos sobre el daño que se ha autoinflingido una marca hasta ahora libre de condenas judiciales por corrupción.

¿Qué ha pasado? "Jaume nos ha engañado; es muy fuerte pero es así", habla entrecortada una voz de peso dentro de la formación. El más afectado personal y políticamente es Biel Barceló, a quien "nunca se le había visto tan tocado". La tesis oficial impone que el gurú electoral es el único culpable de haber ideado presuntamente una fórmula para agenciarse contratos a dedo de instituciones gobernadas por Més.

Fuentes al tanto de los detalles del caso explican que el "mayor palo ha sido descubrir que Jaume tenía otra empresa con la que iba a las Conselleries a vender estudios". Añaden que en el partido se creía que Garau solo poseía Regio Plus Consulting SL. La irrupción en escena de otra sociedad limitada, Consultores de Políticas Comunitarias, domiciliada en Coslada (Madrid), ha sido clave para internamente empezar a ver a Garau con dobles intenciones.

Las fuentes circunscriben las posibles irregularidades a la conselleria de Cultura. Allí Garau habría encontrado la connivencia del depuesto director general Jaume Gomila para pagar informes cuya utilidad para los intereses generales está en entredicho. En el resto de administraciones, la contratación de Garau "con más o menos deficiencias se puede salvar", apostillan.

"No somos el PP, no ha habido financiación ilegal del partido; [el fiscal Anticorrupción Juan] Carrau no encontrará a nadie que se haya llevado un euro para él. Sí ha habido un entramado empresarial en Cultura", remacha la versión oficial no sin pesadumbre. En el Govern algunos tienen más cautela. Puede haber sorpresas con las encuestas sobre satisfacción turística o el tejido empresarial. Por esta última adjudicación, la empresa de Garau ha cobrado 56.600 euros.

Asimilarlo "está siendo duro, durísimo", y "no será fácil", se sincera un alto cargo de Més. "El partido no está preparado para que uno de los nuestros haga cosas de estas; la gente necesita tiempo, digerir el golpe", retrata el sentir interno.

La fractura con Menorca

La ruptura con su hermano menor, Més per Menorca, también ha sido hiriente y de momento no tiene visos de solución. La desconfianza es mutua y el malestar mayúsculo.

El tsunami Garau ha encontrado un marco perfecto con la crisis de liderazgo en la formación. El forzado tándem David Abril/Bel Busquets no suscita el consenso del Santiago/Barceló, tan antagónicos pero siempre compenetrados. Además de candidato para 2019, el otro reto inmediato para Més era la búsqueda de un proyecto político claro en la era de los emergentes. Cuando hasta el PP tiene discurso sobre el catalán, los nacionalistas no se esperaban quedarse además sin su bandera de la honestidad.

Del estupor inicial, la estrategia habitual de Més ante un revés ­-jactarse de superioridad moral y descargar cualquier culpa en enemigos externos- ha derivado en la fractura profunda. En una asamblea de urgencia en la sede de CC OO tras las primeras informaciones del escándalo, predominaron los críticos con la dirección por haber "sacrificado a varios de los nuestros para contentar al PSOE". La salida del Govern de la consellera Ruth Mateu o la expulsión del partido de Garau se veían como medidas megadrásticas. Aún hoy no son aceptadas por las bases.

Pedagogía interna

El número tres de la formación, Antoni Reus, o la consellera de Asuntos sociales Fina Santiago se esforzaron por hacer pedagogía interna y convencer de la obligada asunción de responsabilidades políticas. Finalmente el aparato impuso su cordón sanitario pero no logró sumar a la militancia, que si acató fue por disciplina.

La firmeza de Santiago y su ética intachable en combatir el "¿qué mal hay en dar contratos a los nuestros? ¿acaso no lo hacen PP y PSOE?" ha provocado serios recelos y desgastado internamente su estela. En su despacho de la oposición durante los gobiernos del PP, al lado de otro exdiputado recto como Antoni Alorda, varios periodistas hicieron un máster en adjudicaciones a dedo para apropiarse ilícitamente de fondos públicos. El caso Garau tiene ahora cierto efecto boomerang que escuece.

El afloramiento de nuevos datos sospechosos sobre la contratación de Garau ha dado paso a la catarsis. "Asumimos que, como organización, hemos cometido un error político. Pedimos disculpas a la ciudadanía en general y a todas las personas que han confiado en nosotros en particular", encabezó Més un comunicado en tono redentor el viernes de las primeras destituciones. Con él intentó superar el periodo de enfado e ira que conlleva todo proceso de duelo.

Uno de los errores iniciales, admiten ahora fuentes de Més, fue cacarear el argumentario de la "legalidad" de los contratos a Jaume Garau. La irrupción de la fiscalía o los "indicios de fraccionamiento indebido" señalados por la Intervención general de la Comunidad Autónoma desmontan la línea defensiva.

Tímidamente, algunos dentro de Més empiezan a asumir que un partido que lleva décadas pudiendo dar lecciones al resto de la clase política no puede soportar el peso de favorecer a dedo desde el Govern a su cerebro en marketing.

El exconcejal palmesano Antoni Verger ha censurado las prácticas de Garau. Situado ya en la fase de aceptación, y si bien le exculpa en algunos aspectos, Verger tacha de "inadmisible", "intolerable" y "muy grave" que su amigo y estratega electoral haya recibido tal cantidad de contratos menores. Su posicionamiento ha abierto un debate en Facebook con otros afiliados, no exento de autocríticas. El fallido conseller de Medio Ambiente concluye sincerándose: "Soy el primer decepcionado". Abunda en que "no estábamos preparados para afrontar esto", y acto seguido urge a "sobreponerse" y recuperar "la confianza de la gente".

Insultos y graves acusaciones

Previamente a este estadio, se han vivido reuniones de horas y muy tensas. En la sede de la calle Antillón de Palma -sa cova, como la llamaban los históricos- se han escuchado desde duros insultos a acusaciones de traición; se han montado esperpénticas teorías conspirativas -hasta una operación para evitar que Antoni Noguera asuma la alcaldía de Cort en dos meses-; y se ha producido bajas significativas como la exregidora de Palma Nanda Ramon, mentora entre otros de Biel Barceló.

En el Consolat, el todavía vicepresidente y Francina Armengol se han confesado estos días intensamente. A la espera de si Podemos mantiene su pacto de no agresión -"no pidáis la dimisión de Biel, ya nos basta lo que tenemos"-, ambos saben que su continuidad juntos la decidirá el devenir judicial. Al igual que el PP, nunca imaginaron este escenario para el Pacto.