Armengol presume, pero no muerde. Se jactaba de su desinterés por la presidencia del Govern, pero es lo único que le importa. Ha parpadeado ante Més, partido que ha decidido con toda libertad convertirse en una sucursal de UM. Juntos han tramado anteponer los puestos de trabajo propios a los ciudadanos ajenos, en lógico perjuicio de los segundos.

Tras el anuncio de la disolución del Govern de izquierdas estrenado en 2015, quedaba por averiguar qué entidad iba a reemplazarlo. Pues bien, el Pacto de Progreso ha sido sustituido por una nueva alianza PP/UM. Sin necesidad de rescatar a los originales, que se encuentran en la cárcel o en el pabellón de rehabilitación.

En la parodia del pacto PP/UM, el PSOE seguirá colocando a familias enteras mientras Més contrata a dedo a los allegados. Ambos se encontrarán cómodos en sus respectivos papeles. La retirada del siempre engorroso factor de servicio público simplifica el debate. Balears recupera su formato clásico. Se arrinconan aquellos valores éticos tan cacareados contra el Govern del PP, y se restituye el valor del negocio. De forma algo atolondrada, eso sí.

El mejor ejemplo lo aporta el compromiso del Govern con la Falta de Transparencia. El director general de la materia, Miquel Gallardo, ha sido destituido por su amnesia a la hora de publicar los contratos al jefe de campaña de su partido. Sin embargo, se anuncia que será premiado con otra dirección general, hasta que aprenda. Adiestrado en la opacidad, desde su nuevo cometido puede insistir en la contratación de Jaume Garau, y en la omisión de publicidad. En su línea de identificación con UM, el nuevo Més convierte a un acreditado incompetente en un político fundamental para la comunidad.

A cambio del citado enjuague, el extinto Biel Barceló se deja arrebatar las competencias de Falta de Transparencia por Pilar Costa. De nuevo, el PSOE garantiza un manejo de la opacidad a la altura de sus socios del PP. Conviene introducir aquí una variable ausente hasta la fecha por propia voluntad. Podemos asentirá sin rechistar y aportará diez votos en sus distintas modalidades, a fin de que prospere el Pacto PP/UM. Tal vez los electores del partido emergente no entendieron correctamente en qué consistía el espíritu de Vistalegre. Es casi una humorada preguntarse qué piensan de la rehabilitación Fina Santiago o Abril, condenados al desván de Més. Y eso que el portavoz sentenció, tras descubrirse los contratos a dedo, que nadie podría dudar de la empresa digitada. Ni los populares se atrevieron a tanto. Una comunidad que solo puede confiar en la fiscalía Anticorrupción, sigue enferma.

Como dijo Franco tras la voladura de Carrero, "no hay mal que por bien no venga", y conviene recuperar a políticos clásicos ante la restauración del pacto PP/UM. Por tanto, Armengol se ha embozado en el martirio de Barceló para colar una pseudoley de alquiler turístico de saldo. Con la afición entretenida, se aprueba un texto que constata que el Govern se desentiende de la mayor crisis social que ha afectado a la sociedad mallorquina en las últimas décadas.

Así en la crisis que ha provocado como en el alquiler turístico, Biel Barceló ha ejercitado su mayor habilidad política, la evasión. Ni siquiera permanece por voluntad propia en la vicepresidencia que ha desatendido con su fiesta perpetua. Solo sobrevive porque el golpe de mano interno de Més le obliga a permanecer en el cargo.

El Govern está tan avergonzado de su modificación de la Ley de Turismo que ha inundado su página web de basura publicitaria sobre el texto en cuestión, en lugar de volcarlo directamente. Los métodos del director general de Transparencia siguen vigentes. Sin embargo, ni siquiera los protagonistas de la versión original del pacto PP/UM se hubieran atrevido a presentar en público un abordaje tan estéril de un problema esencial.

Presume el Govern de que desea que la ley se apruebe antes del inicio de la temporada turística. A continuación, concede ocho meses a Consells y ayuntamientos para las zonificaciones, de modo que se garantiza que la entrada en funcionamiento no se produzca durante la legislatura vigente. Al estilo Barceló, descarga la responsabilidad limitadora en instituciones de menor ámbito. En cuanto a la capacidad sancionadora de un mercado ilegal de decenas de miles de plazas, el infractor tiene asegurada la impunidad. Alquila como puedas, PP/UM es una estructura clientelar.

Una semana atrás, Ruth Mateu se arrojaba delante de Barceló para impedir que el vicepresidente recibiera la metralla de los contratos a dedo a su "hermano" Jaume Garau. Sin embargo, los políticos de UM en la cárcel nunca destacaron por su juego limpio, así que el depuesto líder de Més descarga en su fiel exconsellera la responsabilidad de los contratos que hasta la tolerante intervención de la Comunidad considera inasumibles.

Barceló había prodigado hasta ahora una imagen insustancial pero festiva. El descubrimiento de sus actividades oscuras ha embrutecido este retrato. Cargar contra la mujer que lo defendió, y que pagará por ello las consecuencias judiciales, va un grado más allá de la ausencia de caballerosidad.

Incapaz de decidir si embarca con Caronte, Barceló enarbola en su favor un informe de los interventores que resulta letal para Més. Sálvese quien pueda. Por no hablar de que se refugia detrás de los expertos que no supieron detectar las irregularidades en primer término, y que no han interrumpido un solo caso de corrupción según demuestra la historia de Mallorca. Por desgracia, Anticorrupción ha seguido aquí una doctrina protectora distinta a la implantada por la jueza Alaya en Andalucía.

La izquierda fue un sueño. No concibieron la transparencia como un lema, sino como una cortina de humo antes de entonar el tradicional PP/UM.