La Policía Local de Calvià, según afirma el juez Manuel Penalva juez Manuel Penalva, no solo protegía a Bartolomé Cursach limitando las inspecciones en sus negocios, sino que también evitaba que los clientes de esta localidad pudieran trasladarse a Palma y fueran a divertirse a otros locales de la competencia. Esta actuación irregular de las fuerzas del orden de este municipio la describen dos importantes empresarios del sector de la diversión de Palma, que explicaron los episodios de persecución que sufrieron porque intentaban "robarle" clientes a Cursach, que era quien copaba casi en exclusiva el sector del ocio nocturno de Calvià, un negocio que le proporcionaba millonarios beneficios.

30 años de protección

Uno de los testigos, una persona que en estos momentos representa a una importante asociación del sector de la restauración, describe que hace más de 30 años que Cursach viene disfrutando de protección policial en Calvià.

En esa época, que se sitúa en el año 1984, el empresario explotaba una conocida discoteca de Palma. Un día se desplazó al otro municipio porque recibió una llamada de un profesor, que tutelaba a un grupo de alumnos, hospedados en un hotel de Palmanova, que pretendía organizar la diversión de los menores. El empresario se entrevistó con el profesor y éste le detalló que buscaba un local de diversión que permitiera tener localizados a sus alumnos. Por ello, le ofreció su discoteca y concretó con el profesor el sistema de transporte que se organizaría.

Cuando salió del hotel, el testigo se encontró con la presencia de una policía local de Calvià, que le comunicó que le iba a denunciar por publicidad dinámica. Lo único que había entregado al profesor era un papel con la dirección de su discoteca. Aún así no evitó la denuncia. Al considerar que se trataba de una denuncia injusta, se desplazó al cuartel de la Policía Local de Calvià. La contestación que recibió es que "usted no se puede llevar a nadie de aquí". Los policías no quisieron dejar por escrito esta velada advertencia. Lo único que le propusieron es que, si lo consideraba conveniente, que les denunciara. Cuando se iba del cuartel escuchó cómo los policías, en voz alta, decían para que se diera por aludido: "aquí para llevarse gente hay que pagar".

De regreso a Palma, hasta en tres ocasiones le detuvo la Policía Local de Calvià y en las tres le registraron el coche. Uno de los policías le llegó a confesar que no sabía por qué había recibido la orden de pararle, puesto que no llevaba publicidad de su negocio. Sin embargo, otro de los policías le lanzó un mensaje muy claro: "En Calvià era una persona non grata".

Una experiencia parecida le ocurrió a su hermano, que era al mismo tiempo su socio. Este testigo explicó que en la época de los viajes de estudios constataron que la Policía Local de Calvià actuaba a las órdenes del Grupo Cursach para evitar que se llevaran clientes a Palma. Tenían que acudir a este municipio en coches camuflados, pero aún así muchas veces se les identificaba. Se les paraba con la excusa de que estaban repartiendo publicidad, cuando ello no era cierto. El empresario era constantemente detenido en controles de carretera y los policías le advertían que "no volviera al municipio de Calvià a contactar con clientes porque estaba prohibido".

También detalló un episodio que describe, según destaca el juez Penalva, el poder que ejercía Cursach en el municipio costero. Cuando este testigo se encontraba un día comiendo en un restaurante, unos policías entraron en el local para decirle que se marchara de Calvià. No solo se trataba de advertencias verbales, sino que también fue multado. Le sancionaban por cualquier excusa, como por ejemplo por no llevar gafas de repuesto, o porque le faltaba una bombilla en el coche.

Paraban el autobús

El auto del juez describe otra actuación más que sospechosa de la Policía Local de Calvià. Un empresario de Palma había organizado un traslado en autobús de un grupo de estudiantes a su discoteca. Cuando el vehículo circulaba por Calvià fue parado en un control de la Policía Local, que no dejó que el autobús siguiera su camino. Así se consiguió que los clientes regresaran a su hotel.

Esta misma situación la describen otros testigos, que aseguran que era frecuente que la Policía Local, cuando descubría que un autobús con clientes se dirigía a Palma, lo paraba en un control. Era tan largo el tiempo que hacía esperar a estos clientes, que la mayoría optaba por buscar otro transporte y se marchaban.

El juez también denuncia que la protección a Cursach no se limita a la Policía Local, sino que también se extiende hacia el Ayuntamiento.