Ni el exalcalde de Palma, Mateu Isern, ni el expresidente del PP de Palma, José María Rodríguez, ni el exconcejal de Seguridad Ciudadana y actual diputado en el Parlament, Álvaro Gijón, han salido al paso de los testimonios recogidos en el auto del juez Manuel Penalva y que aseguran que el empresario Tolo Cursach presumía de controlarles. Mientras se intensifican las acusaciones sobre ellos, éstos guardan silencio a la espera que avance el proceso judicial.

Mientras Rodríguez y RodríguezGijón han preferido no hacer ninguna declaración, este diario ha intentando sin éxito contactar con Mateu Isern. El único que sí ha respondido a las informaciones que le sitúan como uno de los políticos que benefició al magnate de la noche ahora en la cárcel es el exconseller de Turismo y exalcalde de Calvià, Carlos Delgado. Lejos de ser controlado por Cursach, como apuntan testigos, Delgado asegura que el empresario le tenía "animadversión".

En una entrevista concedida al programa Es la Mañana de Baleares de Es Radio, Delgado no sólo niega las acusaciones de haber beneficiado al empresario, sino que amenaza con querellarse con todo aquel que le acuse de ello. El político, que aspiró a presidir el PP en 2010, cree que no hay "ninguna justificación" para que su nombre aparezca en el auto con el que el juez envió a prisión a Cursach y lo atribuye a una "venganza" de otros empresarios.

Según describen algunos testimonios recogidos en el auto del juez, Cursach, a través de sus empleados, presumía de contactos con destacados políticos, entre ellos el exalcalde de Calvià, de quien señalan que podría haber beneficiado al empresario de la noche durante su etapa al frente del ayuntamiento. Cabe recordar que en el municipio de Calvià, concretamente en Magaluf, Cursach tiene uno de los buques insignias de su grupo, la discoteca que lleva sus iniciales, BCM.la discoteca que lleva sus iniciales, BCM

Carga contra el presidente de los restauradores

El exconseller de Turismo asegura que ya se ha reunido con su abogado y que valora presentar una querella contra los testigos que le incriminan, principalmente contra el empresario Ángel Ávila. Para el conseller, el testimonio se trata de "una venganza" de éste y de su socio y actual presidente de la Asociación de Restauradores, Alfonso Robledo, por haberles dejado sin la adjudicación del restaurante del club de vela de Cala Nova. "Se trata de una venganza de Robledo y su entorno, que me responsabiliza de sus fracasos empresariales", señala Delgado. "El objetivo era que apareciera mucho mi nombre para que los medios hicieran el resto", interpreta.

"Hay que vivir en otro plantea para no enterarse del enfrentamiento entre Cursach y yo. Su animadversión hacia mí era vox populi, se desvincula Delgado del magnate de la noche. Al contrario de lo que apuntan los testigos, asegura que mantuvo enfrentamientos con el empresario por tomar decisiones contrarias a sus intereses. "Yo prohibí los tiqueteros en las calles de Calvià, lo que le perjudicaba mucho", ha puesto a modo de ejemplo Delgado, que señala que otros alcaldes del municipio, como su predecesora Margarita Nájera o su sucesor, Manuel Onieva, si lo permitieron y que, sin embargo, para su sorpresa, no se les cita en el auto.