“A este enfermo, inféctalo”. Así describe un testigo, a quien el juez le da una total credibilidad, la orden que supuestamente habría transmitido el empresario Cursach a personas de su máxima confianza para deshacerse de dos de sus antiguos empleados, ambos toxicómanos, que aparecieron muertos por presunta sobredosis. En realidad son dos testigos los que acusan al empresario de estar detrás de estas muertes, aunque uno de ellos es especialmente revelador. Se trata de un antiguo empleado de Cursach, que desde que decidió emprender negocios por su cuenta en la zona de Calvià ha sufrido episodios de amenazas, vigilancias, extorsiones e incluso agresiones por parte de trabajadores del magnate del negocio de la noche. Fue grabado y amenazado de muerte cuando estaba acompañado de sus dos hijos menores.

Este testigo detalló la muerte de un amigo suyo, llamado Álex, que trabajaba de mayoral en la finca de Cursach, que fue quien le enseñó unas fotografías sexuales del empresario. Un día recibió una llamada de su amigo. Le pedía ayuda y le citó en la finca. Cuando llegó se encontró con la presencia de tres individuos que le estaban exigiendo una deuda a su amigo por una partida de droga. Le prestó 800 euros para que se resolviera el problema. “Entré en la finca y Álex me mostró una serie de fotografías que había en una caja y entre las cuales se hallaban tres de contenido sexual. Aparecía Cursach en compañía de menores, dos niñas y un niño haciéndose tocamientos”.

Seguro de vida

El auto del juez hace referencia a estas supuestas imágenes, pero en realidad nunca han sido vistas, salvo por el testigo. Sin embargo, estas fotografías para esta persona “constituyen un auténtico seguro de vida”. Este antiguo trabajador de Cursach denunció, no solo que su amigo Álex murió por supuesta sobredosis, sino que esta muerte coincidió en el tiempo cuando Tolo Sbert “insistentemente me exigía que le entregara las fotografías”.

El auto del juez Penalva viene a describir que este testigo fue en su momento un trabajador muy próximo a Cursach, aunque en este momento esté claramente enfrentado con el empresario. De hecho, afirmó que su antiguo jefe era quien ordenaba que se facilitara droga a determinados empleados, aprovechando su condición de drogadictos. “Cursach dio la instrucciones necesarias, como hacía habitualmente, para que a Álex le siguieran suministrando droga hasta que muriera”. Así lo detalló este testigo en una de las declaraciones que realizó ante los investigadores, a los que añadió que personalmente había escuchado cómo el magnate de la noche, cuando ordenaba este suministro de droga, indicaba que “a este dale medicina” o también “a este enfermo, inféctalo”.

El testigo reveló también que la empresa facilitaba droga a sus empleados porque así se conseguía que aguantaran mejor las largas jornadas de trabajo que desarrollaban en las discotecas.

Otra muerte

Pero no es la única muerte que el auto del juez Penalva atribuye al poderoso empresario. Otro testigo se refirió a la muerte, también por sobredosis, de otro antiguo toxicómano que trabajaba para el magnate, llamado Chema, apuntando que “sospechaba que Cursach se lo cargó”. Este testigo, un exempleado, relacionó esta muerte con el tráfico de droga. “Tolo Sbert le ordenó a Chema que llevara un paquete de cocaína en el coche. Chema le quitó las llaves y arrancó”.

Esta persona que colabora con la investigación afirmó que Cursach “siempre ha movido droga”. Hizo memoria y señaló que entre los años 1995 a 2000, la persona que controlaba el negocio del narcotráfico era Tolo Sbert. “Era quien se dedicaba a hacer las entregas de droga”, señaló. Sin embargo, dijo que “ahora lo hacen de otra manera”. Explicó también que el beneficio de este negocio del narcotráfico se entregaba en las oficinas que tiene el grupo en el Polígono de Can Valero.

Este testigo tenía muy claro que el llamado Chema “era un cabeza de turco”. Se sabía que era una persona enganchada a la droga y como consecuencia del incidente con el paquete del coche, se le recluyó en una finca del magnate para que se encargara de cuidarla. Un día apareció muerto por sobredosis.

Un policía local, en una declaración que realizó el pasado mes de noviembre, acusó también a algunos de sus compañeros de hacer de transportistas de droga para Cursach. Detalló que estos agentes se encargaban de trasladar paquetes de droga desde un chalet en Santanyí, propiedad de Cursach, hasta las discotecas del Arenal, donde se supone que se vendía.

Otros testigos también han asegurado que el empresario del negocio de la noche “siempre ha tenido matones a sueldo”.

El auto del juez viene a describir las maniobras mafiosas que se han practicado en Mallorca para controlar este negocio del ocio.