Asociaciones de defensa de los derechos de la mujer en las islas se muestran taxativamente en contra de la denominada maternidad subrogada, término que además consideran un eufemismo que no esconde otra cosa que la comercialización del cuerpo de la mujer. Por primera vez, estos asociaciones discrepan abiertamente con los colectivos gays y coinciden con la derecha más recalcitrante y con la Iglesia católica en su oposición a esta vía que permite tener un hijo utilizando el útero de otra mujer. "Aunque por razones bien diferentes", recalcan.

Carmen Sánchez-Contador, secretaria de la Associació de Dones de les Illes Balears per a la Salut (ADIBS), advierte en primer lugar que en su asociación todavía están debatiendo internamente cuál será su posición oficial frente a este polémico asunto pero recalca que han abierto este debate porque "se está mercantilizando el cuerpo de las mujeres. Se está usando el útero como un objeto, como una vasija para que una tercera persona pueda tener un hijo sin tener en cuenta la salud de la gestante. Y me refiero a la salud física, psíquica y emocional ya que durante el embarazo se crean vínculos emocionales".

Tras este preámbulo, Sánchez-Contador admite que se trata de un tema muy complejo con facetas éticas, filosóficas y sociales y considera que el debate abierto en la actualidad sobre este asunto ha sido promovido por parejas homosexuales que quieren ser padres sin recurrir a la adopción. Este hecho ha originado que en países donde está subrogación es legal y donde los derechos humanos no se respetan como deberían, "se han llegado a crear hasta granjas de mujeres procreadoras", denuncia.

Sobre las líneas rojas que no tolerarán que traspase una futura legislación sobre la maternidad subrogada en este país, Sánchez -Contador habla genéricamente "de todas aquellas disposiciones que perjudiquen la salud de las mujeres" y lanza un mensaje para aquellas parejas de personas mayores que quieren ser padres de manera tardía: "La naturaleza es sabia y aunque deseen tener un hijo deben ser conscientes de que su esperanza de vida es más corta y de que previsiblemente van a dejar un huérfano".

Jan Gómez, presidente de Ben Amics y la Asociación Lesbiana, Gay, Transexual, Bisexual e Intersexual de Balears, asegura que desde su colectivo se han posicionado a favor de la regulación de la maternidad subrogada por dos motivos: Que es una práctica que ya se está haciendo en otros lugares del mundo donde si está regularizada y porque una legislación evitaría que se vulnerasen los derechos de las mujeres como, dijo, está ocurriendo en países que no los reconocen.

"Por eso pedimos un marco de derecho tanto para las familias como para las gestantes", reclama Gómez, que admite que el tema de la remuneración, gratificación, compensación o como se quiera denominar a la contraprestación que deberían recibir las mujeres que se presten a dejar su útero no ha sido aún abordado por su asociación. "Apoyamos una gestación subrogada basada en los derechos humanos y es necesario un debate social calmado para regular una cuestión muy delicada que afecta a familias y a menores y que no genere inseguridad jurídica a las primeras ni vulnere los derechos de las mujeres", sostiene.

Las parejas homosexuales masculinas que quieren ser padres siempre tienen la opción de recurrir a la adopción, aunque para Jan Gómez este es un debate en el que no quiere entrar. "No es una cuestión de enfrentar dos técnicas sino de la libertad de las personas. De la misma manera que no se cuestiona a una pareja heterosexual que teniendo la posibilidad de la adopción optan por ser padres de manera natural, tampoco se debería hacerlo con una pareja gay", concluye.

Un mero espacio

El Lobby de Dones se declara radicalmente en contra de la maternidad subrogada, término que ya de buen comienzo su presidenta, Francisca Mas, califica de "un nuevo eufemismo de un patriarcado más violento que nunca. Es una fase más de este capitalismo depredador. No favorece los derechos de la mujer, es más bien una cosificación de la mujer, la convierte en un mero espacio para dar vida a una criatura para otros".

La presidenta del Lobby de Dones considera que siempre se ha de tener la perspectiva de los derechos humanos y no "el de la realización personal o el interés de posibles compradores. Y la mujer no es un objeto así como que no se puede comerciar su cuerpo. La libertad contractual tiene sus límites".

"Aquí se da una relación de poder del que compra sobre la mujer que pone el cuerpo y el riesgo de toda la gestación; también consideramos que pese a que se hable de subrogación altruista, esto no es tan cierto como parece. Es problemático por la diferencia de poder social y económico entre las partes y muchas veces el supuesto altruismo esconde comercio", continúa Mas. La presidenta del Lobby de Dones concluye que, en opinión de su colectivo, la maternidad subrogada es "un paso más en la explotación del cuerpo y los órganos de la mujer que es inaceptable. Y éticamente también. No se debería mitificar tanto la maternidad porque tener hijos es un deseo, nunca un derecho".

Esta última apreciación la suscribe Nina Parrón, directora insular de Igualdad del Consell de Mallorca, que también se muestra contraria a esta nueva forma de maternidad a no ser que, diferencia, se realizara alejándose de cualquier tipo de mercantilismo, como asegura que se ha legislado en el Reino Unido. "Allí se hace sin mediar ningún tipo de pago, ya sea monetario o en especie, como por ejemplo la cesión de una vivienda, sino tan solo por generosidad. No hay que olvidar que tener hijos no es un derecho. Además, hay otras posibilidades", sostiene Parrón, que recuerda que la salud de las mujeres se resiente con estos procesos que conllevan hormonar mucho a las gestantes para que puedan concebir.

Abandonadas a su suerte

La directora insular de Igualdad lamenta asimismo que la mayor parte de la remuneración por este alquiler de vientres, como prefiere denominar a esta técnica evitando hipócritas eufemismos, "se la llevan los intermediarios. Hay muchos interrogantes todavía. Sabemos de casos en los que, ante cualquier problema, se ha dejado abandonadas a su suerte a las mujeres gestantes. Todo está pensado en beneficio de los que alquilan esos vientres durante nueve meses y deciden qué puede o no comer la mujer, qué tipo de relaciones sexuales puede mantener, etcétera. Me parece una aberración del mercado. Está pasando con la venta de órganos, el dinero lo compra todo", denuncia.

Por eso, en caso de que se decida legislar la maternidad subrogada en este país, Parrón apuesta por una ley a la inglesa, altruista, sin dinero ni intermediarios. "Si una pareja quiere tener un hijo y no puede, siempre puede recurrir a una familiar o una persona cercana que lo haga de manera desinteresada", sugiere la directora insular que, antes de la maternidad subrogada preferiría que se apostase por agilizar los procesos de adopción y por concienciar a la población de que "los deseos (de tener un hijo) no son derechos. Y menos aún cuando el cuerpo de otra persona está en juego".