Ellas fueron las primeras. Algunas, las únicas. Otras, de las pocas todavía. Pero ninguna, la última. Eso es lo que todas dejan claro. Fueron pioneras en lo suyo. No tuvieron miedo en perseguir aquello que buscaban y no permitieron que nadie les dijera lo que podían o no podían hacer. Hoy son la prueba de que no hay techo de cristal lo suficiente alto como para que una mujer no pueda derribarlo. Y todavía quedan por derribar.

Llevan tiempo abriéndose puertas que nunca debieron estar cerradas para nadie. Y mucho menos por el hecho de ser mujer. Era el año 1974 y hasta ese momento siempre había recibido ordenes de hombres. La doctora Juana María Román había llegado por méritos propios a médica adjunta del Servicio de Pediatría de Son Dureta y ese año, también por méritos propios, subió un escalafón más: a jefa de servicio. Fue la primera mujer en España en llegar a esa categoría en un hospital.

“Aquello fue muy difícil. Por primera vez, todos aquellos señores que consideraban que su mujer no debía trabajar, tenían a una mujer por encima”, recuerda la doctora Román aquel inicio. No sería el único techo de rompería: en 1978, fue también la primera mujer del país en entrar en la Real Academia Nacional de Medicina.

En 1980 y con sólo 20 años, Isidra Escribano pisó un territorio desconocido por la mujer: el cuerpo de la Policía Local de Palma. “Nos dieron esa oportunidad. Fue difícil y muy novedoso. Pero hoy estoy muy orgullosa”, explica la agente, quien recuerda como en el cuartel del cuerpo “no había ni baño de mujeres, ni vestuarios y ni siquiera había uniforme para nosotras”. Escribano relata incluso como estando en la torreta controlando el tráfico, “algún que otro conductor me envió a fregar”.

Y es que entrar no siempre es lo más difícil. Así lo cuenta Antònia Guillem, para quien entrar, precisamente, tampoco fue sencillo. Fue la primera mujer del cuerpo de bomberos de Mallorca. Para ello tuvo que enfrentarse a pruebas físicas pensadas para hombres. Su carrera de obstáculos fue literal y con su metro y sesenta centímetros hizo añicos otros de esos techos a priori inalcanzable. Una vez dentro, comprobó que eso de que entre bomberos no se pisan la manguera es una expresión tan pensada para hombres como suena. “Nunca he tenido problemas con mis compañeros, siempre he sido uno más, pero he visto como a los de más arriba no les hacia gracia que hubiera una mujer”, señala. Hasta hace diez años no obtuvo su plaza fija y no sin encontrarse todo tipo de trabas. Guillem tuvo que hacer otra vez las pruebas físicas -“y no es lo mismo tener 22 años que 40”- y, claro, otra vez lo consiguió.

Lo que consigue, por su parte, Macarena de Castro es darle la vuelta al caduco y machista mantra de ‘la mujer, a la cocina’. No es ni la primera ni la única mujer en el mundo de la alta cocina, pero sí de las pocas y la primera y única en Mallorca en conseguir una estrella Michelin. Por ocho chefs hombres que poseen la distinción gastronómica en la isla, ella es la única mujer. “Lo que hay que hacer es no parar de trabajar y luchar por lo que uno sueña”, reflexiona la cocinera: “Independientemente de si se es hombre o mujer, hay que hacer lo que uno quiere hacer”, sentencia De Castro.

Eso mismo hizo la doctora en Física Alícia Sintes. Para ella, eso de que el cielo es el límite se le queda pequeño, ya que su mérito está en haber logrado escuchar el sonido del espacio. En un mundo, el académico, en el que a medida que se sube la proporción de mujeres se va reduciendo, ella siempre se ha negado a abandonar su carrera. “En la vida llegan momentos en que hay que tomar decisiones difíciles. Lo que suele pasar normalmente es que son las mujeres las que abandonan sus carreras para que sus maridos continuen las suyas. En mi caso, fue al revés, pero son casos contados”, describe. Gracias a eso, a que siguió adelante, Sintes es una de las científicas involucradas en el histórico hallazgo de las ondas gravitacionales el año pasado.

Mayor exigencia a las mujeres

Quien tampoco ha encontrado obstáculo en ser mujer para seguir adelante con su carrera es Francina Armengol, la primera mujer presidenta de Balears. Esta última cota llega después de dos décadas en que la mujer ha ganado protagonismo en la política balear: las cuotas, las listas cremalleras y, por supuesto, el empeño de muchas mujeres de toda ideología por participar en política llevan a este momento. Por ello, la actual presidenta del Govern es consciente que su presencia en el cargo tiene “una enorme carga simbólica” y sabiendo que es ejemplo para “todos los niños y niñas que tienen que acostumbrarse a ver mujeres en el poder”.

Precisamente, si en algo coinciden los relatos de estas seis mujeres es en el hecho de haber tenido que demostrar continuamente su valía. “Cuando llegamos las primeras mujeres al cuerpo, había compañeros que intentaban evitar ir de servicio con nosotras. Pensaba que además del servicio tendrían que atendernos a nosotros. Por eso siempre hemos tenido que demostrar nuestra capacidad”, detalla, Isidra Escribano.

Peor es lo que cuenta Alicia Sintes: “Se reunen varios investigadores, presenta una mujer sus resultados y pasan desapercibidos, los presenta al poco tiempo un hombre y todo el mundo ‘oh, es admirable’. Yo las he visto de todos los colores. Esto pasa”, relata la profesora y doctora en Física.

Queda lucha

La presidenta Armengol lamenta que incluso en política “a las mujeres se nos examina con unos cánones distintos a los de los hombres”. “Pese a que ha habido avances muy importantes, la sociedad continua teniendo mucho machismo”, sintetiza la actual situación la presidenta del Govern.

Sin embargo, pese a las actitudes machistas y a las trabas que las mujeres puedan encontrarse, el mensaje que envían las seis mujeres pioneras es de reivindicación. “Que nos van a poner obstáculos hay que saberlo, pero si tu no te pones delante, se ponen otros”, alerta la doctora Juana María Román. “Nos quedan años de lucha”, reivindica. Y, precisamente, a esa lucha es a la que animan: “Las mujeres tienen que luchar para conseguir sus sueños. Que sigan adelante. Las dificultades estarán ahí pero hay que seguir. Y lo más importante: si una se respeta a si misma, el resto la respetará”, lanza a modo de arenga la científica Alícia Sintes.

Que sea un trabajo mayoritariamente de hombres no significa que no puedas entrar. Lo tienes que intentar. Esto va cambiando”, se muestra satisfecha Antònia Guillem, que desde 2006 cuenta con otra compañera en el cuerpo de Bombers de Mallorca. “Que no tengan miedo a nada, la valía de las mujeres está más que demostrada”, anima Isidra Escribano.

Ellas fueron las primeras. Ninguna ha sido o será la última.