Bartolomé Cursach, el magnate del negocio del ocio nocturno de Mallorca, tenía una carabina escondida en su domicilio, un arma de fuego para la que no tenía ningún permiso. Esta arma, en perfecto funcionamiento, apareció en el domicilio particular del empresario, que fue registrado el pasado martes horas después de su detención. Cursach no pudo explicar la razón por la que tenía esta arma en su poder. El juez le imputa por ello un delito de tenencia ilícita de armas.

El empresario, según explica el juez en su auto, habría creado una red de contactos influyentes para conseguir mantener una situación de privilegio dentro del negocio del ocio nocturno. Para ello habría utilizado las amenazas y las coacciones, a través de sus contactos dentro de la Policía Local, para terminar con los otros negocios que le hacían competencia.

Los investigadores han tomado declaración en los últimos meses a decenas de empresarios del sector, que han ido relatando el acoso que sufrieron durante años por los agentes de la Patrulla Verde. Mientras que sus negocios eran constantemente inspeccionados y multados, la Policía Local apenas visitaba los locales del Grupo Cursach. Además, muchos de estos funcionarios se dedicaban, según señala el juez, a avisar al empresario Cursach cada vez que estaba previsto realizar una inspección. Muchas de las sanciones que se impusieron a sus empleados nunca fueron tramitadas, gracias a los contactos que tenía entre los funcionarios.