El verano mallorquín es una mina de información judicial y política. El ´caso Infanta´ se ha prolongado en fiestas nocturnas, donde los datos privilegiados no se afincaban en la memoria al quedar disueltos en el mismo alcohol que suelta la lengua de jueces y fiscales.

A una de estas fiestas asistía la dama mallorquina que durante décadas ha facilitado abnegadamente las estancias de los Reyes en Marivent. Era la ama de llaves de palacio, que vio recompensada su entrega con unas condiciones laborales indignas. Lo sabe todo de la Familia Real, conoce a la verdadera Cristina de Borbón.

Sin perder un átomo de clase, la gerente de Marivent se abalanzó sobre el fiscal Pedro Horrach, que también estaba presente en la fiesta. Invirtiendo los papeles, la dama maltratada por La Zarzuela interrogó al acusador público. Le planteó sin pamplinas cómo se atrevía a no cargar contra la Infanta. Se generó un instante de conmoción en la placidez estival.

Horrach respondió a la dama llevándose las manos al cuello. Fingía que alguien lo estrangulaba. Todavía se está interpretando el gesto, los más atrevidos aseguran que se refería a una prohibición desde las alturas. m.V.M. palma