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Opinión

Ir al hospital

España tiene una de las mejores sanidades, pero la privatización de la gestión ha sido un desastre

Ir al hospital

Ir al hospital es, a la vez, un drama y una suerte. Dramático es que uno se sienta lo bastante mal como para tener que acudir al médico; peor aún que le suceda de noche y que los dolores y la angustia le obliguen a ir hasta las Urgencias. Pero incluso una operación programada tiene sus dosis considerables de susto y temor.

La contrapartida es la de disponer de una de las mejores sanidades del mundo, si no la mejor de todas. Los hospitales españoles y, entre ellos, en especial los públicos, son la envidia de quienes entienden de la gestión sanitaria y el consuelo para todos nosotros cuando la salud falla. Cuentan, claro es, con ciertos inconvenientes como es el tener que compartir la habitación o el entrar en una lista de espera que va mucho más lenta de lo que querríamos. Pero caben pocas dudas acerca de que, en caso de enfermedad grave, la mejor opción de lejos es un hospital de los que pagamos con nuestros impuestos.

Eso siempre que veamos el problema desde la perspectiva del paciente. Para los profesionales de la sanidad, la tendencia de los últimos años a privatizar la gestión hospitalaria ha sido un desastre de los dignos de mucha reflexión. Hospitales con plantillas infradotadas, medios insuficientes para la población atendida y, como sucede en el asunto que recoge hoy este diario, problemas ¡para aparcar! El colmo de los disparates, habida cuenta de que lo eficiente es facilitar que los profesionales puedan acceder cuanto antes a su puesto de trabajo, es decir, aquello que redunda en atender con rapidez a los enfermos.

Que el diseño del aparcamiento de Son Espases, esa parte sin duda menor en términos de lo que es un hospital -la clave está, por supuesto, en las instalaciones sanitarias como son los quirófanos- pero importante para el día a día del trabajo de los profesionales, dependa de una externalización de ese servicio fue una mala idea en su origen y aún peor en la forma como ha ido evolucionando. No dudo que el objetivo de una empresa privada sea el de ganar dinero como contrapartida de su inversión; así funciona el sistema de mercado. Pero el objetivo esencial e irrenunciable de un hospital público es dar la mejor atención posible a los pacientes. Eso es incompatible con el tener que ir buscando un lugar para dejar el coche cuando quien debe hacerlo llega a Son Espases, pierde un tiempo absurdo en la tarea imposible de encontrarlo, aparca en cualquier sitio y luego, cuando se supone que está ocupándose de algo tan crucial como es la salud de los ciudadanos, recibe mensajes amenazantes en el móvil y tiene que abandonar el despacho o la sala de curas que sea para correr hasta los alrededores del hospital y repetir la ceremonia del absurdo.

Cuando las cosas se hacen mal desde el principio, y por lo que hace a la gestión de Son Espases las hicieron muy mal tanto el gobierno del PP como el del Pacte de Progrés, tienen difícil arreglo. Pero algo habrá que hacer y, desde luego, algo que no consista en seguir obligando a los profesionales de la medicina, la enfermería y los servicios administrativos o auxiliares al calvario que supone poder llegar a su puesto de trabajo. ¿Le preocupará a alguno de los Consellers de Sanitat pasados o presentes lo que puede suceder cuando un cirujano no llegue a tiempo porque está buscando un aparcamiento que no existe? La pregunta es retórica, claro.

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