Malena Riudavets ha pasado más años de su vida dentro del CIDE que fuera: vivió toda su escolarización allá hasta que se fue a la universidad. Después, tras unos años haciendo de profesora en otros centros, volvió al CIDE. Y hoy es además presidenta de la cooperativa. No es de extrañar pues que cuando se le pregunta qué significa para ella el CIDE se emocione y se le humedezcan los ojos: "Es nuestra casa".

Como cabeza visible de la cooperativa, Riudavets defiende el modelo elegido para la escuela: "Nos diferenciamos porque ponemos a la persona por encima del capital, por cómo reinvertimos los beneficios y porque creamos ocupación estable y de calidad".

Esos principios cooperativos no se quedan en el funcionamiento empresarial. El diálogo, la participación, la cooperación también se aplican en clase.

Lo explica Javier Angosto, alumno de 1º de Bachillerato: "Hacemos mucho trabajo cooperativo, con proyectos en grupo. Así es como se trabaja en la vida real, es importante aprender a trabajar con gente con diferentes puntos de vista y valores". El joven señala que en clase no impera la competitividad que se pueda dar en otros colegios o institutos. Aunque también haya exigencia y trabajo individual -"Las notas siguen estando"-, en apuestan por "apoyarse entre todos".

Joan Perelló, el actual director, razona que muchos de los principios y métodos que el CIDE aplicó en su momento como "innovadores" hoy se ven "como lo más normal del mundo": desde la coeducación, a la enseñanza de lenguas extranjeras desde los primeros años de escolarización, la apuesta por la educación integral, la importancia de inculcar valores medioambientales, la mirada abierta al mundo o la relevancia del deporte para formar personas.

El ideario original del CIDE ya señalaba como importante el diálogo y la participación de la comunidad educativa, incluyendo y dando voz desde el principio a padres y alumnos.

Angosto ratifica que esa voz es escuchada. Además de alumno mediador, él es el representante del alumnado en el Consejo Escolar -"Me gusta participar en todas estas cosas", explica- y asegura que varias de las sugerencias que ha trasladado de parte de sus compañeros han sido escuchadas y se ha actuado en consecuencia (como la propuesta de limpiar los baños con más frecuencia, o de pintar determinadas zonas, apunta como ejemplos).

El futuro de Angosto todavía no está definido. Aún no tiene claro qué seguirá estudiando, aunque sí sabe que lo que le llena es "ayudar a la gente"; que su acción "se plasme en alguna mejora para la gente". El futuro del CIDE también está aún por escribir, pero tanto Angosto como Riudavets y Perelló están seguros de que será largo y marcado por el espíritu de mejora.