Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La fiesta en paz

La conferencia de presidentes es una fiesta

Mariano Rajoy tenía tantas ganas de reunir la Conferencia de Presidentes Autonómicos...

Armengol, con el presidente del Senado. Efe

Mariano Rajoy tenía tantas ganas de reunir la Conferencia de Presidentes Autonómicos que ha tardado cinco años en repetir. (Se reía tanto, que se le desencajaba la mandíbula. Por eso los médicos le recomendaron que moderara el ritmo de convocatorias).

El presidente del Gobierno de España atisba muchas posibilidades de lograr un rotundo éxito en la reforma del sistema de financiación. Lo que, de paso, solucionará el problema de la deuda de Balears. Rajoy es tan optimista como Carlos Fabra, que jugaba a la Lotería varias veces al año porque casi siempre le tocaba. (Pensamiento rajoyano: “Tal vez debería nombrar a Fabra ministro de Hacienda”).

Como es hombre precavido, el gallego impávido pone la venda antes de que se produzca la herida y recuerda que el Estado dispone de 20.000 millones menos que antes de la crisis. Algunos han interpretado que trata de escamotear dinero a los organismos que se ocupan de asuntos tan nimios como la sanidad, la educación o la dependencia. Yerran. (En realidad el gran líder estaba meditando: “Si hemos tenido 57.000 millones para rescatar a los bancos, ¿cómo no vamos a destinar una tercera parte a mejorar las necesidades de nuestros ciudadanos?”).

Vuelven a equivocarse aquellos que consideran que el martes don Mariano tenía peor cara que si se hubiera sentado en el sillón del dentista. (Tenía la misma que si el Madrid hubiese ganado la Champions antes del llegar al minuto 93 o si el PP acumulase un escaso 10% de intención de voto en las encuestas).

¿Y qué pasaba en el otro bando?, ¿qué sucedía entre los presidentes socialistas? Los cargos del PSOE están tan coordinados que mientras Soraya Díaz defiende la armonización fiscal, su estimada colega y correligionaria mallorquina, Francina Armengol, apuesta por la federalización. O, lo que es lo mismo, la primera quiere que todos los impuestos sean idénticos en el conjunto del Estado y la segunda, en perfecta sintonía con la popular Cristina Cifuentes, defiende la capacidad de cada comunidad para fijar sus propios tributos o variar los coeficientes que se aplican. Una especie de competencia para atraer inversores. (Si Susana Díaz hubiese apostado por nacionalizar la banca, proclamar la independencia de Cataluña y que el Mallorca disputara la Champions sin necesidad de ascender a Primera; nuestra Francina regalaría el Consolat al Santander para que montase una oficina, ordenaría la invasión del Principat por parte de la División Acorazada Brunete y descendería al equipo bermellón, Molango incluido, a Primera Regional. Todo con tal de llevar la contraria a la andaluza). En política, las mujeres discrepan más y mejor que los hombres.

Díaz y Armengol seguirán ofreciendo grandes tardes a los socialistas en particular y a los españoles en general, el forense y presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, promete diseccionar la realidad política española con el mismo tino con el que abriría en canal un mosquito. Él fue quien pronunció la memorable frase, por otra parte nada original, de que en la reforma de la financiación se debe tener en cuenta que “tributan las personas, no los territorios”.

Parece una perogrullada, de hecho lo es, pero cualquier hermeneuta sabe que Vara entiende por personas a, por ejemplo, Extremadura y Andalucía y por territorios a -¡cómo no!- Balears. (En realidad quiere decir que quienes pagan mucho y reciben poco deben seguir como siempre para que otros, sobre todo sus gobernados, paguen poco y reciban mucho).

Tras la festiva conferencia, el objetivo es que en un año se presente el nuevo sistema de financiación autonómica. Balears negociará, como siempre, en desventaja. Primero, por ser una región con escaso peso político en Madrid. Sin altos cargos en puestos decisorios del Gobierno, sin un número suficiente de diputados para inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Segundo, porque una vez que a los mallorquines se nos ha adjudicado el papel de pagafantas del guateque, nadie nos invitará a bailar con la más bella. O bello.

Compartir el artículo

stats