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Análisis

Huertas se traiciona, "nos hemos levantado"

Huertas se traiciona, "nos hemos levantado"

Se insiste en el error de hablar de "Huertas y el PP", cuando son la misma cosa. La distinción entre ambos ha caducado, desde el momento en que los populares han acogido en su seno a una líder de Podemos. La normalización de relaciones ha desembocado en la integración plena, el actual Gobierno español de PP/PSOE/Ciudadanos puede ampliarse en fecha próxima con el partido de Pablo Iglesias.

Huertas se ha encomendado a Miquel Vidal después de perder la ecuanimidad por Daniel Bachiller, dos galanes de altos vuelos. La acción conjunta y deliberada de evacuar la mesa del Parlament ejerce palanca sobre una excusa frágil, puesto que el PP votó que la exclusión del grupo parlamentario dispara la expulsión de la presidencia de la Cámara.

Funcionaria versada, Huertas sabía desde su nombramiento que la destitución arbitraria estaba en manos de Podemos. Si discrepaba del Reglamento, no haber aceptado el cargo. Trasladada al otro extremo del arco ideológico, la presidenta en ficciones no incurre en el inexacto "Huertas y el PP". Al contrario, le traiciona el subconsciente de su recién estrenada afiliación popular, al pronunciar un unánime "y por eso, nos hemos levantado de la Mesa".

Tras reparar en su error ante las cámaras, Huertas agrava su situación al corregirse sobre la marcha. "Bueno, me he levantado yo, y luego me he enterado de que ellos también se han levantado". Nadie le había demandado una aclaración, quería disimular su emotivo romance con el PP.

Huertas agravó la consideración decreciente que merece con un comunicado mayestático, donde coloca al Parlament a los pies de sus ambiciones personales. En la "conculcación de mis derechos fundamentales", el estupor proviene del posesivo acaparador. Cómo se atreven. La destitución de la okupa fundamental, a partir de un error inicial de Podemos, no exige motivación. Es automática, como bien sabía Huertas cuando se embarcó en su culebrón.

La tozudez de la okupa de la presidencia del Parlament obliga a preguntarse quién la ha colocado ahí, tras recibir la severa amonestación de los socios del Pacto. La respuesta apunta a Alberto Jarabo, que ha querido jugar a Maquiavelo sin tomar la precaución de leerse El príncipe. Allí se recuerda que "quien se haga dueño de una ciudad y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella".

Jarabo desencadenó una tormenta que no ha sabido gobernar, porque "el que quiere ser obedecido, ha de saber mandar". El estropicio del aprendiz de brujo, que olvidó que "a los seres humanos hay que acariciarlos o destruirlos", no alivia el abuso del cargo por parte de Huertas. En su versión lisérgica de ayer, la minoría de la Mesa de la Cámara autonómica dispone de una información maléfica, que hurta a la mayoría. La mayoría se siente acosada por la minoría, una nueva marca del parlamentarismo balear.

Huertas llegó al Parlament pensando exclusivamente en "mis derechos fundamentales". Ha hecho un excelente negocio con ellos, y el PP mejora sus bazas. La gente puede esperar.

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