­Juan José Hidalgo, dueño del grupo Globalia, manifestó ayer ante un juez de lo mercantil de Palma que la compra, a finales del 2012, de 11 hoteles del concursado (quebrado) holding Orizonia (bajo la marca Luabay) "fue un malísimo negocio" y una "locura" de operación. Hidalgo testificó en la vista oral por la demanda de la administración concursal de Orizonia, que le reclama 14 millones de euros, más los intereses legales desde 2012, por el dinero de menos que pagó por la cadena Luabay.

Hidalgo hizo un breve paréntesis en su acelerada agenda de trabajo y compareció como testigo ante el juez Víctor Fernández, titular del juzgado de lo mercantil 1 de Palma. El dueño de Air Europa viajó desde la República Dominicana para testificar y tiene previsto hoy desplazarse a Colombia.

A preguntas del abogado de la administración concursal de Orizonia, Eduardo Magri, Juan José Hidalgo reconoció que la operación de Luabay se hizo a contrareloj durante el puente de la Constitución de 2012 y que el grueso de las negociaciones entre Globalia y Orizonia lo llevaron sus asesores.

Globalia también trató en esas fechas de hacerse con todo el holding Orizonia, una operación que se frustró y acabó desembocando en la declaración de concurso de acreedores de la segunda, declarado el 4 de abril de 2013.

"Yo no supe nada de la valoración de Orizonia, eso lo llevó el administrador general del Grupo, aunque yo tuve la responsabilidad última de autorizar la operación de la compra de Luabay", recordó el testigo.

El abogado Raimundo Zaforteza, representante de Globalia junto a José María Santos, preguntó al declarante si había comprado barata o cara la cadena de Orizonia. Hidalgo respondió que "se pagó mucho más de lo que valían aquellos hoteles" y que aquel negocio "fue una locura".

Según el empresario, Globalia no adquirió ningún inmueble, si no solo los derechos de arrendamiento que tenía Luabay. Hidalgo destacó que su grupo asumió el personal de la cadena (700 personas), más los compromisos (las deudas) que arrastraba Luabay y el negocio resultó un fiasco.

Los abogados de Globalia destacaron que algunos de esos contratos de alquiler de los hoteles vencían a los pocos meses y que Luabay no valía lo que el perito de la administración concursal ha calculado (28,5 millones) y que es uno de los fundamentos de la reclamación.

Juan José Hidalgo señaló que se dio cuenta con rapidez del mal negocio que había hecho: "Al día siguiente de la operación dije a mis asesores: En qué lío me habéis metido, puesto que los dueños de los hoteles fueron a Globalia a pedir mucho dinero".

No conoce los hoteles

Eduardo Magri preguntó al declarante si conocía los hoteles de la antigua marca Luabay y en especial el establecimiento Esmeralda del Sur de Tenerife. Según los demandantes, Globalia ganó más de 8 millones de euros en 2014 por una deuda pendiente que le abonaron a ese establecimiento.

Hidalgo afirmó no conocer todos esos hoteles, aunque sí recordó que una vez comió y pernoctó en uno de ellos, situado cerca del Palacio de Marivent de Palma.

Magri, en su informe de conclusiones, sostuvo que la venta de Luabay a Globalia supuso un claro perjuicio para la masa de acreedores de Orizonia.

Según la parte demandante, las empresas que integraban la cadena Luabay "eran solventes en 2012 y nunca hubieran tenido que concursar (ser declaradas en concurso de acreedores)".

Magri acusó a Globalia de aprovecharse de los serios problemas financieros de Orizonia para comprar, "en un domingo" y "a un precio muy por debajo de su valor de mercado" los 11 hoteles.

El representante de la administración concursal acusó a la empresa de Hidalgo de adquirir la cadena "con mala fe".

Zaforteza y Santos, por su parte, pidieron al juez Fernández que desestime la demanda.

Según los representantes de Globalia, la compraventa de Luabay fue beneficiosa para Orizonia, porque le permitió obtener liquidez con la que afrontar su delicada situación que le impedía incluso pagar las nóminas de su plantilla.

Los demandados también cuestionaron las cuentas que hace la administración concursal de Orizonia para reclamar los 14 millones y tildaron de inventadas algunas de esas partidas.