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Enseñanza

Sembrar la semilla del arte

Alumnos de Magisterio de la UIB aprenden a cultivar la tierra para conectar con el medio y ayudar así a los niños a conocer su entorno natural a través del arte

Mientras los ordenadores portátiles, las tabletas y las pizarras digitales colonizan las aulas, en la Universitat hay alumnos de Magisterio que se ensucian las manos y aprenden a cultivar la tierra para usar el campo como material didáctico. La idea es reconectar a los nativos digitales con un campo que cada vez les es más desconocido. Y ya de paso, enseñarles cosas. ¿Cómo? A través del arte.

Despertar la imaginación, potenciar la creatividad, enseñar cómo es el medio natural de las islas, recuperar las canciones que se cantaban al sembrar y al cosechar, grabar los sonidos del campo... todo eso se puede hacer con un huerto; con unas hojas; con una hortaliza; con tintes naturales.

El proyecto de innovación docente De l´hort a l´art es una iniciativa que implica el área de Conocimiento del Medio Natural, con el profesor Joan Barceló; la de Plástica, con la profesora Magdalena Jaume; y la de Música con Noemy Berbel, de los grados de Educación Primaria y Educación Infantil. Colaboran además la artista plástica Rosa Caterina Bosch y la profesora de la Escola Superior de Disseny, Mar Villalta, que impartió un seminario sobre pigmentos y tintes naturales.

La inspiración nació el verano pasado, explica Jaume, durante la Setmana de l´Arquitectura que se celebró en Pollença y en la que participó como conferenciante el artista catalán Perejaume.

En su libro Paraules Locals, Perejaume hace una reflexión sobre lo que el llama "agrariedad" y defiende el concepto de "campo" frente al de "paisaje". En su ensayo, el artista y poeta señala dos frases que inspiraron especialmente a Magdalena Jaume. Primera: "El medio forma a los que lo habitan". Por eso, hay que conocer el medio, que en el caso de Mallorca es un entorno natural "muy rico, pero cada vez más desconocido" para las nuevas generaciones.

Los impulsores del proyecto constataron que los futuros maestros, "transmisores de valores y conocimientos a los niños", tampoco conocían mucho del campo. Con lo que en primer lugar se propusieron "eliminar la distancia y la indiferencia con la que pisamos la tierra".

Para ello, dieron a sus alumnos azadas y guantes y se los llevaron hacia la zona del campus cedida por el rectorado para que personal y alumnado se hagan su propio huerto. Para conocer la tierra, hay que tocar la tierra: la clave es el aprendizaje directo y la práctica.

Preservar el legado agrario

Hay interés en preservar el legado agrario desde un punto de vista académico, pero según los impulsores De l´Hort a l´Art siempre se habla de hacerlo mediante recopilaciones de folkloristas, antropólogos o lingüístas, pero no se procura que este conocimiento perdure mediante la práctica.

Acuden de nuevo al ensayo de Perejaume: "Un payés os dirá que ´solo se conserva lo que se repite´. No hay para él otro soporte que la transmisión viva, generación tras generación, semilla tras semilla".

Así, el proyecto persigue dar a los futuros maestros unas habilidades (que antaño venían ´de serie´, ya que lo común era tener huerto o algún contacto mínimo con la tierra) que les permitan acercarse al entorno natural, aprovechar sus posibilidades pedagógicas y así vincularse más con el campo, y vincular a su vez a los niños.

No se busca solo acercar a los educadores a "la cultura payesa" (entendiendo que ésta es la que mejor conoce el medio natural; su flora, fauna, meteorología...) y velar así por su preservación, sino también aprovecharla para enseñar formación artística.

Así, mientras estudian para convertirse en maestros, los estudiantes de Jaume, Barceló y Berbel se empapan del oficio de payés y del de artista, y los mezclan.

"Para enseñar arte se ha de ser un poco creador", opina Rosa Caterina Bosch, que como artista ha aportado una "experiencia real" a los estudiantes, compartiendo con ellos su proceso artístico. Su trabajo se centra en hacer intervenciones en el medio y comparte la idea de recuperar el conocimiento del campo mediante el arte. Caterina trabaja en técnicas de teñido y estampación con plantas tintóreas.

"Demasiado Whatsapp y poco campo", dice Dani, alumno participante en el proyecto, refiriéndose a los niños de hoy. "Estando en un sitio con un entorno natural tan brutal hay que aprovecharlo", opina Toni, otro estudiante. "Es impensable que un maestro no sepa que tiene un aula con el cielo abierto, que es el medio", secunda otro compañero."Hemos de intentar que las generaciones que vienen no dejen de tener relación con la naturaleza", apunta Sara.

Estos jóvenes señalan además que al tratar de conectar a los niños con la tierra y el campo "se rompen barreras" y es posible que se acabe involucrando en el proceso a los miembros más mayores de la familia, que sí han tenido más contacto con las tareas de cultivo y agradecen poder transmitir ese conocimiento.

Los estudiantes aprecian que este proyecto les obliga a dar una vuelta y reflexionar sobre las herramientas de enseñanza tradicionales, con lo que aprenden a ser creativos y plantearse las cosas con espíritu crítico, favoreciendo que los niños también adquieran estas dos capacidades.

Paisajes sonoros

Plantea una metodología de vuelta a lo básico (la tierra), pero el proyecto no ignora la tecnología (un gancho evidente para captar la atención de los más jóvenes).

Así por ejemplo los programas de grabación y edición de sonido intervienen a la hora de realizar ´paisajes sonoros´, que son grabaciones que en este caso combinan sonidos del campo y de los pueblos, como campanadas o ruidos de animales, con tonadas tradicionales que cantaban los payeses en diferentes momentos, como la tonada de cultivar patatas; la de las matanzas...

Alumnos de Magisterio de la UIB recuperan tonades tradicionales

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Los alumnos de Magisterio aprenden a hacer paisajes sonoros en la asignatura de Música y creen que es un proyecto que "perfectamente" se puede aplicar con niños de Primaria ya que permite "dar a conocer las raíces culturales, en este caso musicales, olvidadas por la sociedad actual digitalizada", explica Àngela Tineo,"lo que hacemos es aprovechar esa digitalización para estimular y manipular la música a través de los dispositivos", animando a los niños a hacer sus propias composiciones sonoras.

Lluc Moragues y Marta Martínez son otros estudiantes de esta asignatura que valoran este tipo de proyectos que entienden que no solo contribuirán a despertar la "inteligancia musical" de los críos, sino que también pueden conectar con contenidos de otras asignaturas como Historia, Lengua Castellana y Catalana o Ciencias Naturales.

"Cada semilla inventa pintar", dice el artista Perejaume en su libro. Los alumnos de Magisterio, que ya han hecho algunas pruebas aplicando estas ´metodologías rurales´ con niños, también inventan. Y aprenden a sembrar semillas de arte.

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