El martes ocurrió algo atípico. Comparecía la plana mayor de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos para hacer balance de la temporada recién concluida y su secretario general decía algo que se escucha pocas veces en el negocio hotelero: que les va de cine, que este año 2016 marcará para todo el turismo español nuevos récords de actividad y, sobre todo, de rentabilidad y cifras de negocio. Más tiempo de estancia por turista que nunca, precios más altos que nunca y más viajeros que nunca: el sueño del negocio turístico hecho realidad en 2016. Y decía más Ramón Estalella, que así se llama el secretario general de la patronal hotelera española: adelantaba que al menos hasta la próxima primavera, competidores como Túnez, Turquía y Egipto seguirán renqueantes, con lo que el invierno volverá a ser bueno para quien esté abierto. Todo buenas noticias para el negocio, que ayer se vieron ratificadas por una subida sin precedentes del turismo otoñal. Sobre todo en las islas. Que eso es lo que faltó en el análisis nacional de Estalella: en el país de los récords turísticos, Balears es la primera potencia. Y con diferencia.

Lo fue en verano con los precios y la ocupación más alta de todo el Mediterráneo español. Y lo está siendo en otoño: según la encuesta de movimientos turísticos en las fronteras que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el mes de octubre visitaron las islas 1.242.315 viajeros extranjeros, que son un 25% más que en el mismo mes del año anterior, cuando ya se había marcado un máximo de actividad otoñal. Es decir, el turismo en Mallorca, Eivissa, Menorca y Formentera creció un 25% sobre su anterior récord. Si a eso se le añaden los 124.010 españoles que visitaron el archipiélago, el número de turistas se eleva hasta 1.366.325.

El destino más buscado

Y todo con un valor añadido que completa el éxito turístico: nadie más se acercó a esas cifras de crecimiento. Frente al 25% de avance de Balears, el Estado se apuntó en octubre en su conjunto un 11% de crecimiento del flujo de turistas. Mucho, pero menos de la mitad. Por debajo de ese avance quedó la más calurosa y soleada (en otoño) Andalucía, con un 10% de incremento. Y Cataluña logró un tímido 2,6% de crecimiento. Solo la Comunidad Valenciana (un 22% más de turistas, aunque la mitad de viajeros en total que Balears) y Canarias (con un 16% de subida) consiguieron incrementos similares a los de Balears.

Mallorca, Eivissa, Menorca y Formentera se consolidan así tanto en verano como en otoño como los destinos de referencia en este Mediterráneo convulso, en el que el norte de África y Turquía siguen presa del miedo y apenas Grecia compite de tú a tú con Balears. Eso se plasma en los datos del año, actualizados ayer por el INE, que dice que entre el 1 enero y el 31 de octubre las islas han acogido a 12.758.032 turistas extranjeros y 2.219.647 españoles. Eso es un 10,75% más que hace un año, más de 1,5 millones de viajeros más que permiten que a Balears le hayan bastado diez meses de este 2016 de saturación y récords para machacar todos los récords anuales: hasta octubre han pasado por Balears 14.977.679 turistas. Lo nunca visto. Y aún faltan por sumar los meses de noviembre y diciembre, que también han sido de máximo, con el 70% de la planta hotelera abierta hasta la tercera semana de noviembre.

Estos resultados han generado un máximo de contratación en verano y redundarán en mayor empleo invernal en sectores como la construcción, que se prepara para acometer otros 300 millones de euros en reformas en los próximos cuatro meses. A ello aludía Estalella, que certificaba la satisfacción del sector con unos resultados históricos: "La evolución es muy positiva, y eso es bueno para todos. Si el sector es rentable aumenta el empleo y consigue más créditos para hacer reformas". Reformas que a su vez disparan hasta un 80% la rentabilidad de los establecimientos. Como está pasando en Balears, que ya acelera las obras para abrir la campaña que viene más pronto que nunca: en febrero y marzo la maquinaría vuelve a echar a andar, con los touroperadores y sus deseos de bajarle los humos (y los precios) a Balears como única amenaza.