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Testimonios

"Cuando dejé la Secundaria mi futuro era negro"

El centro Jovent ofrece itinerarios de segunda oportunidad a jóvenes que se han desenganchado de los estudios y no tienen perspectivas laborales

"Cuando dejé la Secundaria mi futuro era negro [...] Yo la verdad es que me veía que iba a ser un vagabundo. Tirado en la calle. Eso es lo que me veía en futuro. Sin trabajo, sin poder comer ni nada".

Éste es el testimonio de Marcial, un chaval que a punto estuvo de engrosar el elevado porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan (los ni-nis) de Balears, pero que se reenganchó con los estudios y logró un trabajo gracias a la labor del centro de Formación Ocupacional Jovent, que entre otras cosas imparte un dispositivo llamado de segunda oportunidad: el 'Itinerario integral de orientación, formación e inserción laboral'.

Aunque no todos llegan al final del itinerario, los testimonios recogidos por los investigadores Francesca Salvà, Joan Nadal Cavaller y Maria Agnès Melià prueban que los chavales hacen una buena valoración de la labor del centro. Que la experiencia les sirve para mucho, incluso a aquellos que ni siquieran acaban el itinerio. A través de las entrevistas además al ver qué valoran especialmente de su paso por el centro, se puede deducir qué ha fallado en el sistema ordinario con estos chicos y, por tanto, qué iniciativas se podrían incorporar para reducir el abandono escolar.

Por ejemplo, los chicos agradecen la metodología: más integral, práctica, flexible e individualizada, ya que se adapta el itinerario y se dedica más tiempo o menos a la orientación, el trabajo psicológico o la formación según las necesidades de cada uno. "Cada uno lleva su ritmo de trabajo. Por ejemplo, ésta va por el proyecto uno; otro va por el proyecto dos..."., dice Mohammed, que también valoró de la experiencia cómo cambió su manera de ser: "Me hizo cambiar (...) No solo te enseñan a trabajar, sino también cómo tienes que comportarte". Rosa se pronuncia en una línea similar: "A nivel general me ha cambiado en otros aspectos de mi vida, la forma de ver las cosas, saber comportarme, tener educación".

El vínculo de los profesores y tutores con los estudiantes es más cercano que en los institutos normales y hay más acompañamiento: "Estaban más encima ¿sabes? A lo mejor no me salía algo y me estaban encima hasta que me salía. Y en la escuela pues si te sale o no te sale, pues bueno, no pasa nada, ¿sabes? Como si pasasen", opina Marta.

Para Marcial fue muy importante el acompañamiento psicológico: "En algunos momentos yo me estresaba mucho por mis problemas [la mayoría de estos estudiantes tienen situaciones muy complejas en sus casas o se encuentran en riesgo de exclusión social] y tenía que irme rápido a ver a la psicóloga. Me ayuda y me hacía tranquilizarme (...) En la escuela he llegado a ser muy agresivo, y ahí en Jovent me han enseñado a controlarme, a respirar hondo, que eso no lo había hecho yo nunca, a pensar hasta diez".

Salvà señala que muchos de estos chicos llegan al centro totalmente desmotivados y con baja autoestima. No se ven capaces de hacer cosas. Y la labor del personal de Jovent -que incluye tambén gestión emocional- contribuye a que hagan lo que el teórico Bertrand Schwarts llamaba "el cortocircuito". Ese momento en el que algo en el cerebro de estos jóvenes hace 'clic' y se dan cuenta de que "son capaces de aprender y finalizar con éxito una formación".

Isidro comenta: "Mi paso por Jovent me hizo más responsable. Yo fumaba mucho, no tabaco, porros... podía estar todo el día en la calle y pasaba de todo. Allí me ayudaron. Y vi que me picaba aprender algo".

Y con este reenganche a la formación, se pueden enganchar al mundo laboral. Y eso, sumado a la superación de problemas de comportamiento, la disminución en el consumo de estupefacientes, la incoporación de mejores hábitos de salud y la mejora de las relaciones con la familia, supone que estos jóvenes no se quedarán descolgados de la sociedad. Es una auténtica segunda oportunidad.

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