El objetivo papel cero que el ministerio de Justicia quiere implantar en los juzgados de lo penal de Palma, situados en Vía Alemania, está chocando con problemas informáticos, según han destacado jueces y funcionarios afectados por la reforma. El nuevo sistema de gestión procesal, diseñado para tramitar el llamado expediente electrónico, es lento, farragoso y poco operativo, según han destaco algunos afectados.

Justicia lleva años tratando de modernizar los juzgados y tribunales españoles, especialmente aquellos en los que los medios materiales y humanos son de su competencia, como es el caso de Balears.

El objetivo es acabar con el soporte papel en los sumarios y otras causas y usar únicamente expedientes electrónicos.

En una primera fase se ha implantado, no sin algunos contratiempos, el sistema de comunicaciones procesales con abogados y procuradores a través de Lexnet, una plataforma que también está dando muchos problemas. Los juzgados envían sus notificaciones a las partes a través de Lexnet y reciben por este mismo canal los escritos de abogados y procuradores.

La pega es que Lexnet funciona a ratos y hay jornadas en las que está muy lento o inoperativo.

El siguiente paso ha sido suprimir el soporte papel en las causas penales. Hasta ahora existía un sumario en papel, que era el realmente válido, y otro paralelo en los ordenadores de los funcionarios, donde se recogían los principales hitos de las pesquisas. También el sumario papel se escaneaba, especialmente en causas complicadas y voluminosas, y esa copia informática era la que se daba a las partes.

Ahora todo debe ser electrónico, pero las oficinas judiciales carecen de un sistema de reconocimiento de las firmas digitales de acusados o testigos. Para sortear esa dificultad, Justicia ha dotado de escáneres complementarios a los juzgados.

El método empleado es hacer firmar al testigo o al investigado en la hoja final de la declaración, escanear ese documento e introducirlo en el sistema informático. Algunos funcionarios se han quejado de que hay pocos escáneres por juzgado y también han expresado su temor a que se pierdan o no tengan valor esas firmas reproducidas.

Los jueces ya no firman a mano, sino que utilizan unas claves digitales para dar validez a sus escritos. Cabe recordar que un magistrado firma al cabo de un día decenas de documentos sobre diligencias en las que no ha intervenido directamente.

Los jueces están adaptándose a marchas forzas al expediente digital, pero muchos añoran el papel porque les permitía un accceso más rápido y detallado a cada causa.

Lo que en sí coinciden los magistrados y funcionarios consultados es que el nuevo sistema de gestión procesal ralentiza las tareas diarias, ya que obliga a continuos parones y reinicios de los programas.