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Opinión

Podemos se imputa a sí mismo

Daniel Bachiller ha sobrevivido a Matas, Antich y Bauzá. Sin más armas que sus tubos de ensayo, convirtió el hospital Juan March en un fortín almenado...

Bachiller: "Podemos es negativo para mí".

Daniel Bachiller ha sobrevivido a Matas, Antich y Bauzá. Sin más armas que sus tubos de ensayo, convirtió el hospital Juan March en un fortín almenado del que era imposible desalojarle. Este experto en células madre encontró en Podemos el proyecto embrionario ideal para saciar su ansia de mesianismo. Un partido al que se accede por la cúpula, la oportunidad de experimentar directamente con seres humanos que adorna el sueño inconfesable de todos los investigadores biomédicos.

Bachiller daría trabajo a un tropel de psicólogos. Era innecesario preguntarle sobre su ascendiente, para que concluyera que "yo no he exorcizado a Podemos". Donde se debía leer todo lo contrario, desde el momento en que se coló en la negociación del tercer Pacto de Progreso cuando era un perfecto desconocido para la ortodoxia política. El doctor que manipula la vida solo podía engendrar un Govern Frankenstein. El cargo de secretario de acción institucional se le quedaba corto, despachaba su ingreso en el ejecutivo autonómico con un conmiserativo "no tengo tiempo de ser conseller". El complejo de superioridad exige el silencio de los inferiores.

Podemos quiere exorcizar a Bachiller, la rebelión de los cobayas a quienes el científico prometió infundir la vida eterna. Hay que desconfiar de las personas que, con los sesenta años recién estrenados, se niegan a desmentir su belleza con un "tú dirás". El también científico Echenique le acusa genéricamente de haber negociado un Pacto favorable antes a sus intereses personales que a su partido. La visión de Bachiller, desde luego sesgada, era la contraria. "Podemos ha tenido consecuencias negativas para mí, por alinearme he sufrido ataques personales".

Podemos era el trampolín de Bachiller para sobrevivir también a Armengol, su cuarta presidenta. La versión desde luego parcial de Antoni Diéguez, el primo de Zumosol socialista de las negociaciones, contribuye a iluminar las gestación placentaria pero no placentera del Pacto. "Tras el acuerdo en el documento, dije que ya teníamos el aspecto programático, así que podíamos firmar. Ante mi sorpresa, Podemos señaló que ´ahora hemos de hablar de cargos´, y planteó los puestos a que aspiraban".

Diéguez no participa de la histeria contra Podemos, "el balance general de su existencia es positivo". Sin embargo, recurre a una teoría muy similar a la diferenciación celular que amaestra Bachiller. En el partido emergente "hay dos tipos de personas, unas bienintencionadas y otras más prácticas. Me era muy fácil entenderme con las primeras, entre quienes se cuentan Jarabo y Camargo, pero menos con las segundas". Es innecesario detallar en qué segmento anatómico sitúa a Bachiller y Xelo Huertas. Por supuesto, ni el PSOE ni Més presionaron durante las negociaciones en favor de ningún aspecto que favoreciera concretamente a su partido y dirigentes. Tampoco Bauzá aprobó ninguna medida perfectamente legal de la que se beneficiara su farmacia. Al imputarse y amputarse a sí mismo, Podemos ha colocado el listón muy alto.

Xelo Huertas ha sobrevivido a Bauzá y a Armengol. Su proclamación en la cúspide del Parlament significaba el desquite de la mujer que le hizo la vida imposible en el PSOE y del hombre que la arrinconó en el ayuntamiento de Marratxí, una circunstancia laboral que ella misma relató a este diario en términos dramáticos. Por primera vez en la historia de la cámara, un partido suspende al borde de la expulsión a su representante en una presidencia que ha sido ocupada por PP, UM, PSOE y Podemos.

La autoimputación de Podemos no sorprende tanto por su justificación como por la ausencia de precedentes, en el país donde Rita Barberá continúa en el Senado, Rajoy ostenta la presidencia pese a ser protagonista muy principal de los papeles de Bárcenas, y Cospedal es propulsada a un ministerio por el mismo motivo. Los nuevos tiempos obligaron a los populares a deshacerse mediante procedimientos sumarísimos de Álvaro Gijón o de Mateo Isern, pero en ambos casos ante de incluirlos en las listas. ¿Y Armengol? Wasapeando con Pedro Sánchez. Coser su Pacto le corre más urgencia que zurcir al PSOE estatal. De lo contrario, al PP balear le bastará con elegir candidato, si lo logra antes de 2019.

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