El machismo más sutil puede ser la amenaza más peligrosa, desde los comentarios sexistas que aceptamos como bromas inocentes; al líder político que ataca a una colega con "desafortunadas palabras" como una "paliza"; a las burlas de muchos y muchas hacia el "feminismo de ahora"; al catedrático mediático que divide entre "feministas normales y talibanas radicales"; al presidente de España culpabilizando a las mujeres de la brecha salarial "por dedicarse a la crianza"?

El camino hacia la igualdad parece ser inalcanzable ante este panorama tan negro, con el desolador incremento de la violencia machista, sobre todo en Balears, que este año encabeza la lista de comunidades con más asesinatos de mujeres.

La ignorancia nos encierra en este "laberinto patriarcal" del que solo se puede salir a través de "la coeducación y la formación sobre este tema, en todos los ámbitos". Es lo que transmite Esperança Bosch, doctora en psicología y profesora de la Universitat de les Illes Balears, directora del Grupo de Investigación de Estudios de Género y del máster de políticas de Igualdad y Prevención de la Violencia de Género, además de Medalla de Oro de Palma 2015 por su tarea investigadora en esta materia. La voz de Esperança resulta indispensable para comprender un drama que arrastramos desde hace siglos y que lejos de desaparecer, últimamente parece enfrentar aún más a hombres y mujeres, y desde muy temprana edad.

Quizás un buen termómetro de esta realidad son las redes sociales donde la igualdad siempre es carne de polémica. En Twitter, por ejemplo, #ElfeminismoEs, hashtag que fue trending topic durante varias horas el pasado martes, se convirtió en una colección de insultos hacia un movimiento que lucha desde hace más de 200 años por los derechos de las mujeres. "Sale una rabia y un odio que es difícil de entender, porque son reacciones viscerales muy desproporcionadas de gente, además, necesariamente ignorante, que habla de algo que no conoce y que interpreta a su manera", opina Esperança sobre esta tendencia a combatir el feminismo. "Es verdad que a veces da, no miedo, pero sí da que pensar, porque parece que todos esos aspectos que están relacionados con los derechos humanos, con la calidad de vida, con la mejora de la democracia y que deberían ser universalmente aceptados, porque no van en contra de nadie, pues vemos que no", reflexiona.

En el mundo cibernético, donde a veces da la sensación de que "derechos que parecían consolidados, después viene una mala ola y se los lleva", otros mensajes virales invitan a la reflexión. Tal es el caso del iceberg de la violencia de género, que evidencia que es una lacra que va desde el micromachismo, en su extremo más oculto, hasta los feminicidios en la punta visible. Pero, ¿cómo podemos reconocer, entonces, los signos invisibles? "El micromachismo lo definió muy bien un psicólogo argentino, afincado hace años en España, Luis Bonino, y se puede llamar violencia de baja intensidad, no porque no sea mala sino porque está camuflada. Son esos comportamientos masculinos que tienen una apariencia no relacionada directamente con la violencia explícita, pero que como consecuencias de estos actos sí se genera una situación de dependencia y de malestar por parte de la mujer. Tiene que ver con el chantaje emocional y con las demandas o quejas desproporcionadas", explica Esperança. Hay miles de ejemplos de micromachismo. "Te vas siempre con tus amigas y me dejas solo", es una de esas típicas frases. Otras, esconden una apariencia paternalista: "Con lo que yo te quiero y te fías más de la opinión de tus padres". Son este tipo de demandas "muy enraizadas, que en la vida cotidiana, se naturalizan con mucha facilidad. Pero tienen una fuerte carga violenta ya que pretenden el control y la sumisión de la mujer", aclara la psicóloga.

Ellas ceden porque creen que "esto tiene que ver con el amor y no lo es". La juventud es muy propensa, en el inicio de sus relaciones afectivas, a caer en las redes sutiles del machismo. "El gran debate abierto y no aclarado, en estos últimos años, es el enorme repunte de la violencia en general y de este tipo de violencia de control por parte de los adolescentes en sus primeros devaneos amorosos", señala la experta que otra vez apunta a la educación para frenar esta situación. Pero también hace falta "la inversión económica, la formación de todos los agentes implicados: profesorado, personas vinculadas al trabajo social, todos los agentes implicados en el tema de violencia. Desde quienes tienen el contacto más mínimo, hasta las personas que puedan tener una responsabilidad mayor, deben tener una formación permanente y actualizada sobre este tema". Ese es el objetivo de la cátedra de la UIB sobre Estudios de Violencia de Género, financiada por el Institut Balear de la Dona, que dirige Bosch y que ya ha cumplido 10 años. Sus tareas de formación y sensibilización no solo están dirigidas al alumnado de grado y postgrado de la universidad, sino al público en general. Este año han hecho una apuesta para integrar también a Menorca e Ibiza, y por primera vez han convocado un concurso de cortos y otro que premia a Institutos que hayan realizado actividades relacionadas con esta temática. Sus propuestas, con la intervención de especialistas que traen de otros sitios, para escuchar también otras voces, tienen "muy buena acogida".

El sexismo se nos inocula desde la cuna, no hay que olvidar que este es el gran triunfo del sistema patriarcal. Pero los feminicidios, que se extienden por todo el mundo, se pueden frenar si hay voluntad en las más altas esferas. Bosch cree que contra esta lacra tiene que haber "un compromiso político absolutamente incuestionable y acompañado siempre del compromiso económico de tomarse esto como una prioridad para nuestra convivencia democrática". La solución pasa por "dejar de frivolizar, o mirar hacia otro lado, o minimizar estos crímenes. Las han matado por ser mujeres, las han matado por decirle a un hombre 'ya no te quiero'". Esperança cuestiona "en qué mundo vivimos en el que querer acabar con una relación afectiva se convierta en peligro de muerte". El Pacto Social contra las Violencias Machistas, proyecto que está concretando el IB-Dona para movilizar e implicar a toda la ciudadanía de Baleares, "está en fase, es una buena iniciativa y debería implicar a todas las instituciones mucho más allá de la foto y la firma". Considera que será muy positivo si se consolida en "actuaciones concretas, compromisos económicos, en sistemas de valuación", para saber a qué estrategias atenerse y que funcionen por fin, lo que ahora no está ocurriendo. El caso de Lucía Patrascu, por ejemplo, que no recibió la ayuda que pidió a la Guardia Civil, es "un mensaje muy malo" para las mujeres maltratadas. La mayoría puede pensar "que no les creerán o no las tomarán en serio si denuncian", según Esperança, que espera "ver cómo acaba la investigación sobre lo que ha pasado realmente, pero volvemos a lo mismo: debe haber formación y muy rigurosa".

Las disculpas no son suficientes cuando un cargo político tiene una actitud sexista. Esperança Bosch cree que solo cabe la dimisión ante un caso como el que salió a la palestra esta semana, al afirmar el portavoz del PSOE en Lloseta, Chema Muñoz, en relación a la cabeza de lista de los Socialistas Independientes, Pepi González, que "si das amor recibirás amor, pero si incordias todo el día recibirás una paliza". Para la psicóloga, "es una amenaza machista y una violencia velada, que sale del elemento más atávico masculino". Seguramente no lo haría, "pero lo dijo". Admitir como algo tan normal este tipo de declaraciones o las bromas sexistas, por ejemplo, es un gran error de todos. "Si se trasladaran al racismo, sería intolerable", señala Bosch.

Esperanza Bosch, psicóloga y experta en igualdad y prevención de la violencia de género. . Flavia Mertehikian