El agradecimiento cursa con manifestaciones contradictorias. Marga Prohens correspondió ayer al regalo socialista de la investidura de Rajoy insultando a Francina Armengol. Según la apocalíptica portavoz del PP en el Parlament, la presidenta es una "perdedora nata", cobarde, indigna de gobernar y defensora del "esperpento". Tal vez no se trate de la táctica más recomendable para lograr la abstención en el Congreso de los dos diputados socialistas por Balears.
Al margen de la extraña fórmula escogida para el reconocimiento de la deuda, la portavoz popular debería explicar cómo consiguió la "perdedora nata" Armengol que José Ramón Bauzá y la propia Prohens quedaran condenados a ejercer la leal oposición. Si presidir el Govern y el Consell son signos de fracaso, sin salir del PP hay decenas de candidatos a suscribir el derrotismo.
Escuchar a Marga Prohens citando como argumento de autoridad al comité federal del PSOE se erige en símbolo del esperpento, ahora sí, en que los socialistas han transformado su respaldo gratuito a Rajoy. Sin que haya variado un milímetro la circunstancia autonómica, Armengol está apresada desde el domingo por una triple pinza. A la vista está que recibe los dardos reglamentarios de la oposición natural, que debe acoplar al odio de sus compañeros socialistas partidarios de la abstención y al recelo sobrevenido de Podemos.
El PSOE ha decidido contaminarse voluntariamente de Gürtel, y Laura Camargo advierte que la transmisión de dicho virus a los socios de Govern dejaría al Pacto "herido de muerte". Més se erige en el bálsamo conciliador, más que nada por preservar sus conselleries. El Consolat adquiere la silueta de una Numancia asediada por los enemigos más pintorescos. El entreguismo del PSOE al PP permite que la realidad política española compita en confusión con la siria. Armengol solo puede fiarse de sí misma, y tomando precauciones.
Prohens puede alegar que solo exige a Armengol la traslación a Mallorca del sacrificio aceptado bovinamente por el PSOE en Madrid. Los socialistas presiden el Govern con el mismo porcentaje de diputados que Pedro Sánchez lideraba en el Congreso. Si el socialismo decapitó a un secretario general por atreverse a plantear un Gobierno en tales condiciones, no está de más sugerir que la intrusa Armengol abandone su refugio del Consolat y apoye con entusiasmo a un president del PP.
En Madrid se habla más de Iceta que de Armengol, que desempeña el único cargo socialista de alto nivel en manos rebeldes. A cambio, el socialista catalán arriesga la cabellera, porque deberá sustanciar su voto en la investidura. La presidenta interpreta que su partido solo tiene sentido en Mallorca contra el PP. De hecho, se trata de la comunidad donde la izquierda otorga peor valoración a Rajoy, basta observar la airada reacción contra González en Alaró. Por suerte para ella, Armengol es mourinhista, obtiene cargos empatando a cero. O derrota a derrota, que dirían Prohens y Simeone.
