-¿Qué es Escola Nova 21?
-Un programa impulsado por 25 escuelas catalanas y cuatro instituciones (Centro Unesco, Fundación Jaume Bofill, UOC y EduCaixa) que quiere contribuir a actualizar el sistema educativo en Cataluña. Es una iniciativa basada en el consenso internacional sobre un propósito educativo enfocado a generar competencias para la vida en el siglo XXI; unas prácticas de aprendizaje fundamentadas en el conocimiento de la forma en que las personas aprenden; y una evaluación que permita medir el logro de todas las competencias, cognitivas y no cognitivas.
-Todo el movimiento de renovación pedagógica es de base, sale de los centros y los colectivos, ¿es una ventaja o un inconveniente que la administración esté al margen?
-El papel de la administración es velar por que las iniciativas sean en beneficio de todo el sistema, garantizando la equidad y la calidad. Siempre es bueno que la administración apoye los proyectos, pero ha de compartir el objetivo para no desnaturalizar los mismos. En nuestro caso, la administración ya está implicada. El departamento de Ensenyament nos apoya y la diputación de Barcelona también, lo que permitirá llegar a 481 escuelas que quieren apuntarse.
-Cambiar por cambiar no es garantía de nada, ¿hay evidencias de que que estos cambios metodológicos suponen una mejora de los resultados?
-Nosotros no proponemos un cambio metodológico concreto, no promoviendo una determinada metodología. Lo que queremos es que todas estén fundamentadas en lo que ya sabemos sobre cómo aprenden las personas. Y de eso, sí tenemos evidencias.
Centrarse en la actividad del alumno; la importancia de las emociones; la personalización, considerando necesidades y capacidades diferentes; la dimensión social del aprendizaje o los beneficios del esfuerzo con sentido... son evidencias que ya tenemos para identificar un aprendizaje de calidad. Hay prácticas que, actualmente, ya sabemos que no favorecen el aprendizaje y que pensamos que deben cambiar. Hay muchas rutinas escolares que se repiten por tradición y que deben actualizarse.
-Hay familias y docentes que se resisten al cambio, ¿por qué el sistema que funcionó con ellos ya no funciona?
-La resistencia al cambio es una actitud comprensible y hay que interpretarla como una voluntad de garantizar que las cosas se hagan bien. Pero no pueden paralizar la renovación y la mejora del sistema. Por una parte, el sistema ha funcionado para algunos, no para todos. El fracaso escolar catalán es inaceptable. Y, por otra parte, deberíamos ponernos de acuerdo en que significa "funcionar" porque el concepto de éxito escolar no es el mismo para todos. Nosotros no entendemos el éxito como la superación de obstáculos en un sistema implícitamente selectivo, por ejemplo. El éxito es la capacitación de todos los alumnos para una vida plena, con una importancia igual a los elementos cognitivos, afectivos, social y éticos. Es decir, una visión humanista y educadora, no basada en la instrucción y el éxito académico.
-¿Qué les diría a los padres que tienen miedo de que con la transversalidad o el trabajo por proyectos finalmente los niños no aprendan el contenido?
-Que piensen en lo que significan "los contenidos" para ellos. Los "contenidos" que hay que aprender deben capacitarnos, su función debe ser hacernos más competentes. No son un objetivo educativo en sí mismos. En la escuela necesitamos contenidos históricos para desarrollar un pensamiento crítico y comprender la sociedad en que vivimos, por ejemplo. La idea no es acumular saberes que no sean significativos para los niños: ¿Cuántos tenemos la experiencia de haber aprendido "contenidos" de lengua inglesa y no ser capaces de comunicarnos en inglés?
-Venimos de un tiempo de recortes y estamos en un momento de inestabilidad normativa, ¿es un obstáculo para innovar; al contrario, es un catalizador, o simplemente un escenario de fondo que se ha 'ignorar' en la medida de lo posible?
-Los recortes han hecho mucho daño a la educación y han incrementado las desigualdades sociales gravemente. Pero esto no nos debe impedir renovar los planteamientos pedagógicos, que es la principal responsabilidad de los docentes. Cada colectivo tiene que hacerse responsable de su parte. Así que son luchas paralelas: la renovación pedagógica, el incremento de la financiación o la redistribución socialmente justa de los recursos.
-¿Sin profesores motivados es imposible cambiar nada?
-Los profesores deben ser responsables y actuar con profesionalidad. Esto es lo que hay que exigir a todos. Naturalmente, si los docentes tienen un fuerte compromiso personal, las cosas se transforman antes y mejor, pero el cambio que la educación necesita va más allá del voluntarismo o la motivación personal de algunos. Es una necesidad social que no podemos eludir, una necesidad de nuestros niños.
-¿Hay que cambiar la formación inicial de los docentes?
-Debe ser coherente con las formas de enseñar y aprender que hemos comentado antes. No conozco el tema en las islas, pero la formación inicial es un gran tema pendiente, los esfuerzos hechos no han supuesto el cambio profundo necesario. Hay que formar a los nuevos docentes para la escuela que queremos, no para la que tenemos, que consideramos que no da respuesta a las necesidades de la educación actual.
-En Cataluña los estudiantes de Magisterio deben hacer desde este año una prueba extra, aparte de Selectividad, ¿ve necesario filtrar más quien debe ser maestro?
-No sé si el filtro inicial es la mejor herramienta para garantizar maestros de calidad. La formación de los maestros debería parecerse mucho más a la de los médicos: debe ser mucho más contextualizada y funcional. Los maestros deberían formarse en centros de referencia pedagógica, con docentes excelentes que están en las aulas.
